Una cinta de género -fantástico-acción-aventuras-, totalmente convencional y, eso sí, con mucha parafernalia 3D, de vestuario, maquillaje, escenarios y escenografía. Eso es “ALICIA EN EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS”, de Tim Burton.
El resultado, decepcionante (para decirlo en una palabra).
Es lo más parecido que hemos visto, y con profusión en los últimos años, al cine llamado “familiar”, cargado de adolescentes o pequeños héroes enfrentados a situaciones fantástico-espirituales y donde la dicotomía bien-mal no admite la menor ambigüedad.
Si Burton quiso trasladar a la pantalla su particular visión de ese fascinante, genial, extraordinario libro de Lewis Carroll, estaba en su derecho. Pero lo que este notable director hace es despojar a esta niña, primero,… de su niñez; segundo, de aquello que es su sello: su curiosidad rayana en la temeridad, y tercero, de aquello que la convierte en la versión amable (pero igualmente a contracorriente) de Holden Caulfield (“El guardián en el centeno”, Salinger).
¿Qué decirles a los papás y mamás? ¿La podrían ver con sus hijos? Si. Esta es una mala película, pero sí puede dar resultado como artefacto de entretención.
Esto es el nuevo Hollywood.
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