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POR QUÉ AMAMOS LA CASA DE LAS FLORES

En Netflix 13 episodios de 30 minutos aprox cada uno.

POR QUÉ AMAMOS LA CASA DE LAS FLORES

  1. # México lindo y querido!

Admitámoslo: la influencia de la cultura pop del país de América del Norte atraviesa generaciones. Los corridos se escuchaban en las radios a pilas de los campos chilenos ya en los ’60, por si alguien piensa que esto empezó cuando el festival de Viña fue “colonizado” alguna vez por Televisa. ¡Nones! (Y esto para no retroceder a Jorge Negrete o a Cuco Sánchez).

¿Fueron a ver Morir de Amor , la genial telenovela musical de Los Contadores Auditores (+ extraordinario elenco) en el Teatro Nescafé de las Artes? Sí, “Morir de Amor” es una canción de Miguel Bosé, pero el repertorio incluye “Ahora te puedes marchar”, “Palabra de honor” (Luis Miguel), “Cómo te va” (Pandora), “Con los Ojos cerrados” (Gloria Trevi), “Soldado del amor” (Mijares), “Yo no te pido la luna” (Daniela Romo), “Hasta que te conocí” (Juan Gabriel), “Este amor no se toca” (Yuri), “Toda la vida” (Emmanuel), cada una de las cuales escuché cantar a voz en cuello a gente de las más diversas generaciones ubicada en butacas cercanas a la mía. (Y que a mi vez había escuchado en el Festival).

Y no hablemos de los mariachi (el mariachi se dice).

  1. # La Telenovela ES latinoamericana.

Sí: es el género por excelencia de este lado del planeta. ¿Y cuál ha sido la más poderosa industria de telenovelas del mundo? Exacto: México. Es verdad que por acá hubo un tiempo en que los brasileños nos dejaron con la boca abierta con sus guiones desenfadados y sus fascinantes exteriores, pero ¿y? ¿Quién siguió roncando en este mercado del corazón?

Luis Miguel, La Serie  (VER COMENTARIO) fue el preludio no más. Como para recordarnos lo que se puede hacer cuando un cantante que ha derretido varias veces a la Quinta Vergara convierte su vida en un guión (o bueno, fue el revés: su vida es un guión de telenovela. ¿Ven?).

En esta Casa Sin Marido (¿se acuerdan de Pato Torres, la Eglantina Morrison y todo eso?), la familia se llama De la Mora, hay amores prohibidos; hijos, padres y maridos cambiados, infidelidades, traiciones, enamoramientos súbitos, ciegas. Claro que todo ello muy siglo XXI y de manera muy oblicua.

Y en el fondo, lo de siempre: a los ricos se les cae el manto que cubre sus apariencias de familia impoluta.

  1. # El Humor.

Salvo el caso de Micky (así le decimos ahora, ya no más LuisMi), cuya historia personal es harto dramática, la clave para darle un giro copernicano a la telenovela y hacerla contemporánea es el humor, ya no paródico (como la mentada Una Casa sin Marido).

Algo así como lo que hizo Steven Spielberg con el género de aventuras: las películas de capa y espada o de piratas con galanes tipo Errol Flynn estaban bien para un espectador de los años ’40, pero en los ’80, y más en el siglo XXI, nadie se iba a creer lo de los jovencitos que ni se despeinaban mientras los malos le caían de a racimos.

Gracias a esa perspectiva -tipo “no me tomo muy en serio, ustedes tampoco por favor”- nació y gozó de espléndida salud la saga Indiana Jones.

La Casa de Las flores juega con todas las convenciones del género. Pero pudiendo extremar el absurdo que está en su núcleo para obtener de allí el humor, su realizador opta en cambio por instalar pequeños giros, dar una vuelta a ciertas características de sus personajes y a sus interrelaciones, dejar caer una cuantas situaciones insólitas (no inverosímiles) que mueven a risa.

Los detalles a este respecto son una delicia.

Un humor con toques negros también, condimentado por gozosas correrías sexuales sin barreras (que poco tienen que envidiarle al Kamasutra).

Una sátira tan inteligente que no ha faltado quien ha quedado convencid@ que esta es una telenovela sin más.

  1. # El viejo truco del buen guión.

Una cosa es la chacota y otra es que todo calce, que uno se lo crea y que aún así se respeten las reglas del género.

Además de lo detallado en el punto 2, hay secretos familiares por montones, que van siendo largados como verdaderas bombas, una tras otra. Antes de alcanzar a reponernos, se nos viene la que sigue porque es una narrativa dinámica y a medida que avanza, surgen más.

De la multitud de personajes no sobra ninguno. Ni siquiera Roberta que, como en Desperate Housewives, narra desde el más allá. Pero hay una pirámide que, como un perfecto organigrama, indica la relevancia de cada uno del elenco.

Y si esto es melodrama, ¡qué bien! que viene alguna conocida canción por ahí, eso sí, inserta en la historia (no pegoteada). Si la actriz protagónica canta, ¡están diciendo! ¿no?

La cascada de complicaciones que sufren los personajes y los enredos en que se van envolviendo están tan perfectamente expuestos y desarrollados que al espectador solo le queda entregarse. Esto roza la “telecomedia” de equivocaciones.

  1. # El kitsch en su quintaesencia.

En la “casa principal” hay flores no solo para vender. Están en todas partes: en tapices, vestuarios, papeles murales (que a su vez tienen diseños geométricos). En las paredes -donde hay cuadros y cuadritos con toda clase de marcos dorados- así como en las alfombras y pisos se reparten todos los colores del universo, con sus mezclas y matices (l@s desafío a detallar el Pantone). Amén de filigranas y decorados varios.

Pero, paradójicamente, hay cierto cuidado, una cierta sutileza, en esta explosión, que hace que todo funcione con peculiar armonía. Raro ¿no? Pero NO es chocante. Es divertido no más. (Incluido el retrato aquél de Virginia ¡!). El o la encargad@ de la Dirección de Arte es un/a geni@ ¡Qué imaginación!

En la “segunda casa” obviamente que hay más permiso para hacer y deshacer en esta materia: el cabaret ES un exceso por definición y doctrina, con neones, plumas, lentejuelas, pelucas, postizos de todo tipo, drag queens y strippers. No puede ser de otra manera.

  1. # El cuicómetro.

Arturo Moya Grau -insuperable maestro de la telenovela que, por supuesto, fue “levantado” por México- me dijo una vez: “yo sé que los ricos no se sientan en el living a las 4 de la tarde peinados a la gomina, y las señoras ataviadas de tules y gasas, maquilladas y con moño escarmenado; pero la gente que ve telenovelas sí lo cree así”. Eso cambió: el público empezó a ver mucha tele con la llegada del cable y antes, cuando en los ’80 Ricardo Miranda se atrevió a poner una telenovela nacional en horario vespertino, con exteriores y mucha chilenidad, todo se revolucionó. “La Madrastra” (Moya Grau en el guión, Oscar Rodríguez en la dirección y una joven Claudia Di Girolamo debutando junto al también joven galán Cristián Campos) reventó el rating, no solo por todas esas novedades sino porque -comparado con las producciones mexicanas y venezolanas que llegaban- los ricos se veían harto sobrios y, por lo tanto, elegantes (a pesar del jopo de Walter Kliche).

En La Casa de las Flores abunda todo aquello del punto 5, pero el vestuario, el aspecto y la gestualidad de los De la Mora y su círculo íntimo (y las mesas bien puestas) aprueban muy bien el cuicómetro. No es que sean de Downton Abbey (lo que sería un despropósito, por lo demás) pero sí parecen clase alta Made in México. (Parecer es el verbo clave).

  1. # A-do-ra-mos a Pau-li-na.

Verónica Castro -aunque hace rato que no se mueve de su estudio de TV allá en Ciudad de México- nos resulta mucho más cercana que, por ejemplo, nuestra vecina Susana Giménez.

¡Y qué mejor link que Luis Miguel preadolescente sea aquí Bruno, el nieto de Virginia (Verónica Castro)!

Las exclamaciones de Delia (“¡Jesucristo vencedor!”), la nariz intrusa de Carmelita, los extravíos de Julián, la aparición de José María-María José, Los Chiquis, el episodio de Lord Dámelo-todo, el insólito Dr Cohen y su marioneta son ¡maravilosos! (para no seguir detallando).

Pero ¡nada! se compara a Pau-li-na y su mo-do de ha-blar.

¡Grande Cecilia Suárez!

 

En Netflix 13 episodios de 30 minutos aprox cada uno.

Mayores de 16 (no apta para espíritus sensibles).

Dirección y creación: Manolo Cano.

Elenco completo:

Verónica Castro (Virginia de la Mora).

Cecilia Suárez (Paulina de la Mora).

Aislinn Dervez (Elena de la Mora).

Darío Yazbek Bernal (Julián de La Mora)

Juan Pablo Medina (Diego Olvera)

Arturo Ríos (Ernesto de La Mora)

Sheryl Rubio (Lucía Dávila)

Claudette Maillé (Roberta Sánchez)

Lucas Velázquez (Claudio Sánchez)

Paco León (José María / María José Riquelme Torres)

Sofía Sisniega (Mara)

Luis de la Rosa (Bruno de La Mora)

Sawandi Wilson (Dominique Shaw)

Norma Angélica (Delia)

David Ostrovsky (Dr. Salomón Cohen)

Alexa de Landa (Micaela Sánchez)

Verónica Langer (Carmelita “Memela”)

Natasha Dupeyrón (Ana Paula «La Chiquis» Corcuera)

Irving Peña (Alfonso “Poncho”)

Felipe Flores (Lalo)

Federico Espejo (Willy)

Elizabeth Guindi (Angélica)

DATO

Cada episodio tiene nombre de flor (y su supuesto símbolo): Crisantemo, Lirio, Petunia, Dalia, Magnolia, Peonía, Bromelia, Tulipán, Tussilago, Orquídea, Erissimo, Amapola.

 

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