Trepidante, con una cámara inquieta, intrusa y abarcadora, y tan intensa como sus protagonistas, #AmericanCrimeStory (@ACSFX) debutó, la noche del miércoles, en el canal FX con el muy bullado caso de O.J. Simpson, en un capítulo que en las redes se llamó #PeoplevsOJSimpson y que invitaba al público a votar culpable o inocente. Que es más o menos lo que se hace oficialmente con aquello de los 12 jurados ¿no?
Este primer capítulo (el segundo va la próxima semana), por de pronto, ya emitió su propio veredicto. O.J. Simpson (Cuba Gooding Jr. en el mejor desempeño de su carrera) es presentado aquí como un Narciso de marca mayor; un tipo neurótico, primitivo, infantil, violento y manipulador, que pasa de gritonear exaltado ante la menor provocación a sonreír a las cámaras, a sus fans y a la policía.
El docudrama -mezcla de documental y ficción- recrea los hechos que llevaron en 1995 a la súper estrella de fútbol norteamericana a ser acusado de asesinar a su ex esposa, Nicole Brown (y al novio de ésta).
El realizador Ryan Murphy (American Horror Story, Glee) se basó en el libro The Run of his Life: The People v. O.J. Simpson, de Jeffrey Toobin, que escarbó en los intersticios de la historia y lo que rodeó todo aquello.
Porque -a la luz de las informaciones que llenaron la prensa de todo el mundo- la absolución del mediático personaje solo se entiende si se le allegan situaciones de contexto, detalles de las personas involucradas en el juicio (a un lado y otro) y, finalmente, si se pone el foco en el sistema penal estadounidense, donde un jurado de “buenas personas” deciden la culpabilidad o inocencia de un acusado y en el que un abogado astuto y caro puede dejar libre a Mefistófeles.
Aquí, el leguleyo en cuestión es el renombrado penalista Robert Shapiro (un John Travolta como en sus mejores tiempos, pero que ¡parece haber agotado las reservas de bótox del mundo!). Lo apoya un amigo incondicional de Simpson, Bob, un abogado bonachón y algo inútil (David Schwimmer, Friends).
Por todo lo anterior, para entender lo incomprensible, es que Murphy elige iniciar el capítulo remontándose a dos años antes, con una secuencia que resume el caso Rodney King, un episodio de brutalidad policíaca en contra de un afroamericano que terminó con una revuelta de proporciones, grandes incendios y violentas protestas (nada muy diferente a hechos vistos hace algunos meses).
Corte.
Los Angeles, 1995. Una limusina en un elegante barrio espera a su pasajero. Sonriente y atento, sube O.J. Simpson.
Es una noche tranquila.
Cerca de allí un sujeto pasea a un perro, cuando ve a otro can ladrando y acercándose a una de las lujosas viviendas del sector. Tras las rejas, junto al jardín, yace un cuerpo ensangrentado.
Al llegar la policía descubren que se trata del cadáver de la dueña de casa: Nicole Brown.
Saben que es la madre de los hijos de Simpson y su ex esposa. Deciden ir a avisarle, ya que es su pariente más cercano. Uno de los oficiales conoce la dirección: había estado allí antes respondiendo a una denuncia por violencia doméstica.
Con ello se activa la maquinaria policial, la prensa, la fiscalía, los familiares, los abogados. Se suceden vertiginosas las escenas del funeral, el trabajo forense, las discusiones en uno y otro lado.
Las pruebas que acusan a la estrella son contundentes y la fiscal Marcia Clark (Sarah Paulson), una mujer presionada por sus propias circunstancias, eficiente y muy intensa, se indigna cuando se da cuenta que la policía “no sabe entrevistar a estrellas”. El Fiscal de Distrito, Gil Garcetti (Bruce Greenwood) está de acuerdo, pero ambos están muy confiados en la solidez de las pruebas con que cuentan.
Clark vuelve a explotar cuando ve en el expediente que hay registradas 8 llamadas al 911 de de Nicole mientras estuvo casada con Simpson. Entonces sentencia: “Tuvo impunidad cuando la golpeó. No habrá impunidad ahora que la mató”.
Como para no perderse el próximo capítulo.
(En Canal FX, miércoles a las 22 hrs).
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