ANT-MAN: INTRIGA, HUMOR Y (AL FINAL) ACCIÓN

“Ant-Man aka”
Director: Peyton Reed
Reparto: Paul Rudd, Michael Douglas, Evangeline Lilly, Corey Stoll, Jordi Mollà, Matt Gerald.
Duración: 115 min.
BUENA

Mucha intriga, gran despliegue de diseño, un protagonista preciso para el guión (Paul Rudd) y sobre todo humor -mucho humor- bien dosificado y en el momento justo son los mejores ingredientes de «Ant-Man, el Hombre Hormiga», el esperado blockbuster sacado de la cantera Marvel.
Por el otro lado, hay que advertir -en lo que puede ser un defecto o una cierta cualidad- que la acción, lo que se llama ACCIÓN, se toma 1 hora 10 en aparecer (de un total de 117 minutos de metraje, escena post-créditos incluida).
OK. Fue latero constatar que en «Avengers: la era de Ultrón» o en «Terremoto: la falla de San Andrés» la pega la hicieran los chicos del departamento de efectos digitales, como jugando en una fiesta pasados de copas: dále destruir edificios, cristales, ciudades, puentes, carreteras. Un exceso. Cosa que aquí no ocurre (al menos en forma tan evidente e innecesaria). Pero de ahí a que protagonista y antagonista se tarden tanto en hacer aquello a lo que vinieron -que es ¡correr! por último- hay un sano intermedio.
Y «Ant-Man» se da su tiempo para explicar lo que pasó, está pasando y va a pasar (lleve pizarrón por si se pierde entre tanto detalle molecular y cosas así).
Paul Rudd reconoció a «Variety» que para desempeñarse como Scott Lang -luego Hombre Araña-tuvo a la vista la estupenda construcción de personaje que hiciera Chris Pratt al dar vida a Peter Quill en esa gozosa, divertida y energética película que fue «Guardianes de la Galaxia».
Muy bien pensado: Lang es esa clase de tipo que venía pasando, un ingeniero informático que en la primera escena vemos saliendo de la cárcel, que es recibido por sus amigos latinos (divertidísimo Michael Peña como Luis), que no quiere volver a delinquir porque sólo ansía restablecer su relación con su adorada pequeña hija.
Este mundo que lo ha acogido, con canciones panameñas, son cubano y mucho ritmo latino de fondo, está en las antípodas del ascéptico y súper design edificio de Tecnologías Pym, del cual hemos tenido noticias en una escena retro, con un Michael Douglas joven (Dr. Hank Pym) en 1989, tratando de que su discípulo Darren Cross (Corey Stoll, otro casting muy bien hecho) no se pase de la línea ética con sus experimentos.
La bella Hope van Dyne (Evangelina Lilly, con un labial rojo furioso compitiendo con sus enormes ojos azul-verde) preside el directorio.
De regreso al presente y ante los (cómicos) traspiés de Scott de encontrar un trabajo honrado, Luis -que no tiene ningún sentido de la síntesis- lo entusiasma para dar un golpe seguro por un dato que le han dado.
Aquí es donde se cruzan Scott, el Dr. Pym y Hope.
Y aquí empieza el entrenamiento de nuestro chico yo-iba-pasando-por-ahí para convertirse en Ant-Man y luchar contra los malos que si no son detenidos, ya saben, van a destruir el mundo.
(Con esto de agrandarse y achicarse uno no puede dejar de acordarse las pastillas de chiquitolín del Chavo ¡pero no se distraiga! Esto es Marvel ¡más respeto!).
Un segmento estilo «Ocean eleven»: mapas, distribución de roles, planificación al milímetro, un poquito de suspenso.
Ciertos diálogos dilatados y algunas escenas melosas son hábilmente detenidas antes de irse al suelo con la precisa línea de humor.
Y luego, la acción, pura y dura, aunque se desate sólo para los 30 y tantos minutos finales se viene como corresponde: trepidante, con despliegue de habilidades e ingenio de lado y lado más que del departamento digital, con mucha tensión y con los secundarios haciendo lo suyo.
Sumando y restando, buena (pudo ser mejor).
No lleve niños.
IDEAL PARA: fans «duros» de Marvel que comparen el cómic con la película; si le gusta el humor, vaya también.