Escribe: Ana Rosa Romo R.
Beautiful boy , la bella canción que escribió John Lennon para su hijo Sean, da título a esta película que refleja el drama de un padre con su hijo adicto a las drogas.
En uno de los flashback (que son varios en el filme) el padre le canta a su pequeño el mencionado tema para hacerlo dormir (Close your eyes /Have no fear /The monster’s gone/ He’s on the run and your daddy’s here…/Cierra los ojos/ No tengas miedo/ El monstruo se ha ido/ El huyó y tu papá está aquí).
El mismo tema que en otra estrofa dice: /Life is what happens to you/ While you’re busy making other plans…/ La vida es lo que te pasa/ Mientras estás ocupado haciendo otros planes.
Así es, la vida pasó para ambos mientras hacían otros planes, y el “monstruo” apareció en la vida de ese niño bonito, que vivió su infancia con padres separados, viajando solo en avión para estar con uno y otro progenitor. A los 18 años está inmerso en la drogas, y su padre –con nueva esposa y dos pequeños- trata de enfrentar el drama de la mejor forma.
Algo que no es fácil. Al menos él trata de hacerlo sin grandes reproches para el joven, tratando de empatizar con él y siendo condescendiente con el joven si quiere o no rehabilitarse. Complicado escenario porque así como nadie enseña a ser padres, menos se enseña a ser padre de un niño que ha encontrado en la droga “algo que me faltaba” como confiesa el chico, en algún momento.
La historia es real: le sucedió al periodista David Sheff y a su hijo, Nic. La película se basa en los escritos de ambos.
Sorprende ver a Steve Carell -reconocido actor de comedia- en este rol dramático de un hombre que no sabe qué más hacer para sacar a su hijo del infierno que vive. Averigua, investiga sobre las distintas drogas duras, escribe acerca de ellas, busca los centros de rehabilitación en diferentes lugares. Y hasta, en un momento, se droga para tratar de comprender qué le pasa a Nic cuando lo hace.
Y Timothée Chalamet (23 años, Call me by your name) interpreta magistralmente al joven Nic desde los 18 años, cuando su drogadicción se hace evidente, y no sabe qué responder cuando su padre le pregunta por qué se droga… “no sé, no sé”, responde.
Con el apoyo de su padre, la esposa de éste y sus hermanos chicos que lo adoran, y también la madre, intenta la rehabilitación una y otra vez.
Miente, se miente… intenta salir, lo consigue parcialmente, puede estudiar… y recae.
Cuando eso sucede, siempre está el padre para recibirlo y tratar de comprenderlo… hasta la última vez en que le dice: “no más, ya no puedes venir a casa, busca tu propio camino”.
Dura resolución que el padre toma con el corazón apretado, sabiendo que puede tener consecuencias graves.
El episodio es un nuevo punto de partida para esa familia que comprende que el apoyo incondicional es lo único que puede ayudar a un adicto.
Pero ya sabemos que el “monstruo” de la droga estará siempre al acecho.
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