¡Por fin!, gracias a Arcadia Films, llega a la cartelera chilena, al Cine Arte Alameda, una de las mejores películas de los últimos años, la sueca Fuerza mayor (Force Majeure o Turist).
Envolvente, seductora, inquietante, inteligente, Fuerza Mayor es ese tipo de cine que se echa en falta. Un chaparrón corrosivo sobre las convenciones de la pareja y las relaciones humanas en general.
Su director, Ruben Östlund, recoge aquí -no obstante tener su estilo propio- algo del rico legado de Ingmar Bergman, ese que escarba en las profundidades sicológicas de los seres humanos, como en Escenas de la vida conyugal (del que Woody Allen se inspirase para filmes como Interiores o Hannah y sus hermanas).
Una pareja joven, Tomas y Ebba, y sus dos malcriados niños pequeños alojan en un muy confortable y bien equipado hotel de los Alpes franceses, donde pasarán unas vacaciones esquiando.
Aparte de alguna pataleta del hijo menor y de la franca insolencia de la niña, todo parece que transcurre apaciblemente.En la noche juegan con un avión a control remoto.
En ese mundo impoluto y sin problemas se percibe una mezcla de tedio y tensión.
Un día, almorzando en la terraza del hotel junto a otros pasajeros, divisan una avalancha controlada. Creyendo que se viene encima la masa de nieve, por unos momentos varios de ellos dejan las mesas asustados. Tomas se levanta y arranca; Ebba se queda con los niños. Enseguida, tras constatar que sólo les ha llegado una onda, todos regresan a sus puestos.
A partir de ese momento, la armonía familiar se resquebraja sutil pero irreversiblemente. La pareja perfecta, que conversa de manera civilizada sus diferencias -las que, en todo caso, parecían no existir-, de pronto se trenza en una escalada de desacuerdos y discusiones en las que involucran a amigos con los que se encuentran en el hotel, ante la expectación angustiosa y callada de sus hijos.
Nada quedará igual tras la avalancha.
La belleza del paisaje, la pureza de las líneas arquitectónicas de un hotel enorme pero encerrado en sí mismo, la inmensidad de las montañas, sólo contribuyen a una atmósfera claustrofóbica, mientras espectadores y protagonistas parecemos estar esperando, tensos, qué ocurrirá en lo queda de esos cinco «idílicos» días de vacaciones y a que se resuelva ¡ya! la absurda (¿o no tanto?) situación que se ha creado.
Como una ironía, los intensos primeros acordes de “Verano», de «Las cuatro estaciones» de Vivaldi, que se oyen irritantes, irrumpen previo a ciertas secuencias.
Todo en un ambiente aséptico, hiper civilizado. Con ese «discreto encanto de la burguesía”.
Véala: le sobrará tema de sobremesa.
IDEAL PARA: familias perfectas.
DATOS
El filme alcanzó a estar en la «lista corta» de 9 películas pre-nominadas al Oscar a mejor película extranjera en 2015. Y Ruben Östlund obtuvo el premio del jurado en la sección «Una cierta mirada” en Cannes.
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