Una sucesión de gags a ritmo frenético, con un desfile de personajes para estallar de la risa, situados en un escenario caótico e impredecible, tan real como absurdo, en el que lo inimaginable puede llegar a suceder.
Todo eso (¡y mucho más!) caben en los 100 minutos que dura la última genialidad de Alex de la Iglesia (Crimen Ferpecto): Mi Gran Noche.
Delirante, desmesurada y esperpéntica (¡cómo no!), esta comedia, como lo hace suponer su título, tiene a Raphael como uno de su protagonistas.
Pero no es una película musical para lucir al “Niño” (como ya él mismo lo ha hecho varias veces): aquí Raphael encarna a un personaje como si fuese el más experimentado de los actores, en una autoparodia desopilante.
El es Alphonso, un divo egótico, narciso y malvado, que se solaza maltratando a su hijo y manager, así como a cualquier prójimo que le estorbe su camino. Un sicópata de tomo y lomo. Claro que frente a las cámaras y a sus fans es todo encanto: solícito y de sonrisa radiante.
Alphonso es una de las dos estrellas que participan en el show de Noche Vieja (así le llaman en España al Año Nuevo), el que está siendo grabado por un canal de TV en Madrid.
El otro es un ídolo juvenil, Adanne (Mario Casas) cuyo representante argentino (¡imperdible!) vive presa de la histeria espantando groupies (con no poca razón).
El programa tiene metidos en un inmenso galpón -con escenario, platea, camarines, etc.- a bailarines, maquinadores, productores, camarógrafos, asistentes y una cantidad inverosímil de “figurantes” (extras) sentados en unas mesas con comida y bebidas de utilería atentos a la orden de aplaudir, reír, mostrarse gozosos y felices; y a una pareja de animadores que se lleva como el perro y el gato.
Estamos en octubre y la troupe lleva casi dos semanas encerrada allí (hasta una trama policial se desarrolla por ahí). Afuera, en el “camión” de switch, dos directoras dan las instrucciones. Y allí mismo, en la calle, se desarrolla una batalla campal entre la policía y manifestantes que protestan por los despidos que está haciendo el canal en cuestión.
El guión (De la Iglesia junto a su colaborador habitual Jorge Guerricaechevarría) no tiene desperdicio. Cada línea es para reírse a carcajadas.
La mordacidad de Mi gran noche no se queda en la crítica a la TV basura, anticuada y falsa. Su humor ácido y corrosivo pone en escena una alegoría, a pequeña escala, de la fauna humana de la que se compone una sociedad, con sus pequeñeces, injusticias y perversidades.
Una de las más graciosas de las siempre excesivas y desmadradas comedias de Alex de la Iglesia
Copyright Anajosefasilva.cl 2014