Hodejegerne (Headhunters) Reparto: Aksel Hennie, Synnøve Macody Lund, Nikolaj Coster-Waldau. Director: Morten Tyldum Noruega, 2011. Duración: 98 min. MUY ENTRETENIDA
No se dará cuenta cuando hayan pasado los 100 minutos del metraje.
Cacería implacable (Headhunters o Hodejegerne , título original) es un muy entretenido y trepidante thriller noruego, basado en la novela de Jo Nesbø, que tiene como protagonista a un sofisticado headhunter de Oslo.
Roger Brown (Aksel Hennie) es sagaz y rápido como un lince; frío, arrogante y más bien inescrupuloso. Solo lo conmueve su mujer, Diana, “una de esas bellezas altas e inteligentes”, como él mismo la describe en su relato en off, con que abre la película.
Roger es, al fin de cuentas, un tipo que disfraza su complejo de inferioridad con todas esas conductas y actitudes que cualquiera indentificaría como un complejo de superioridad.
Y mucho de ello tiene que ver con la estatura. Lo explicita en sus reflexiones: “Mido 1 metro 68 (¡piense en estándares nórdicos!); no hay que ser psicoanalista para entender que eso hay que compensarlo”.
Y lo hace dándose una vida que no se condice con sus ingresos. Ni siquiera con los ingresos que le reporta su actividad clandestina como ladrón de obras de arte, un negocio organizado milimétricamente y un oficio que él mismo desempeña con la precisión de un cirujano.
Roger y Diana viven en una moderna, espaciosa y elegante casa. Ella está por abrir una galería de arte y él se ocupará de encontrarle unos finos y caros aretes para celebrar.
Aun cuando Roger es muy eficaz manejando sus dos “negocios”, las cifras no dan, como le advierte su contador. (Ya sabe: si Ud tiene casa en el lago Como, querrá parcela en la Luna).
Por eso, cuando Diana le presenta a un holandés que acaba de llegar a Oslo y que les comenta que guarda en su departamento una valiosa pintura, siente que sus problemas van camino a resolverse.
Los dos hombres conversan, se miran como dos depredadores. Deciden almorzar para hacer negocios. Luego, juegan squash. El sujeto (impresionante Nikolaj Coster-Waldau) se las trae y de solo verlo, el espectador intuye que es momento de empezar a inquietarse.
Antes de que Roger termine de averiguar en Google más detalles sobre él, todo se precipita velozmente para no detenerse más.
Esta intriga de suspenso —que llega a ser bastante sangrienta— se nos presenta de manera tan glamorosa que no alcanzamos a percibir en qué momento estamos en medio de una correría non stop donde nada de lo que sigue es como lo imaginamos.
El guión de Cacería implacable es una frenética coreografía de pequeños y grandes giros que se suceden de una escena a otra; situaciones descontroladas; sorpresas como para quedar demudados. En medio de ella, Roger circula al veloz ritmo de su asombroso instinto de supervivencia (recuerda al Jason Bourne de Matt Damon, solo que Roger Brown no cuenta con el entrenamiento militar de ese personaje).
El director Morten Tyldum maneja este ritmo trepidante en un in crescendo perfecto, con un montaje ágil y un protagonista que desde las primeras imágenes se mueve como un felino y talento de prestidigitador. Y frente a él instala un antagonista más que desafiante, que conoce el juego que Roger ha manejado con soltura y desparpajo sin que nadie antes lo haya advertido; que se le adelanta y que no le da respiro.
La cámara aprovecha la imponente naturaleza, mezclando imágenes de bosques, lagos, noches de lluvia torrencial, cabañas perdidas, con un escenario urbano que al comienzo es exquisitamente elegante y luego se abre a esos otros espacios de la ciudad que Roger ha evitado.
También consigue que el espectador empatice con su ególatra protagonista que, en todo caso, dispondrá de todo el metraje para purgar uno a uno sus numerosos pecados.
No pestañee porque algo se le puede escapar.
Entretención en estado puro.
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