CURVAS DE LA VIDA: CLINT VUELVE IGUAL DE RUDO… EN UNA PELÍCULA DISPERSA

Después de la magnífica e inolvidable Gran Torino, Clint Eastwood (82) declaró que dejaría la actuación.
Curvas de la vida es la película por la que rompió su promesa, asumiendo un rol hecho a su medida, muy cercano a sus últimos trabajos.
Gus es el más prestigioso cazatalentos del béisbol. También es un viejo rudo que ha perdido sus destrezas física, aunque su talento, pasión e instinto estén intactos. Lo que está fallando no es menor para su oficio: tiene problemas de visión. Pero sigue siendo mejor incluso que los jóvenes ambiciosos que aspiran a destronarlo.
Gus, que quedó tempranamente viudo, tiene una hija, Mickey (Amy Adams), que ejerce como una exitosa abogada. Así, mientras el padre debe empeñarse en demostrar sus talentos para mantenerse donde está, la hija trabaja duro para probar que puede ascender.
El filme los sitúa a ambos en ese momento de su carrera en que hay importantes definiciones ad portas. Y, en términos personales, los enfrenta a temas no resueltos de su relación filial y que ya no se pueden eludir.
Es una historia humana que exuda esperanza, de gran riqueza dramática y cercanía, que fue puesta en pantalla con escasa destreza. Dirigida por quien fuera asistente de C. Eastwood en Million dollar baby y Mystic river, entre otras, aquí el drama en vez de acotarse e intensificarse, se dispersa y amenaza con irse por las ramas.
Si le atrae el tema y sobre todo si usted es de los/as que cree (y/o quiere creer) que nunca es tarde y que cumplir años no es una desgracia, véala igual.

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