Parafraseando a Sabina en su canción “Por delicadeza”, Edha, la primera producción argentina de Netflix, que la compañía de streaming anunció con bombos y platillos, está muy lejos de ser el desastre que han descrito con furia algunos tuiteros y críticos de allende Los Andes.
El oficio del director Daniel Burman, un guión lleno de esos elementos que entretienen a la segura y un elenco de secundarios conformado por actores de probado oficio consiguen finalmente su objetivo.
A riesgo de ser redundante, para dejarlo claro: la serie entretiene y mucho; y ver Buenos Aires a toda pantalla, en interiores y exteriores diversos, siempre será un placer (una subjetividad que no puedo controlar).
Porque Edha es un cóctel de glamour, sexo, crimen, misterios, traiciones, secretos familiares, sofisticación y bajos fondos alternados y también una gotas de crítica social (trabajo precario, corrupción).
Es cierto, el pero no es menor y tiene nombre: Juana Viale. La interpretación que la bellísima y carismática actriz hace de la protagonista es de una planicie que alcanza bajones exasperantes en los no pocos relatos en off que recita (¿y si alguien que sepa actuar los hubiese doblado? No, no se puede).
Cuando se tiene una protagonista tan omnipresente que incluso le da el nombre a la serie, el casting no puede pasar únicamente por aquello que antiguamente en teatro se conocía como “physique du rôle”. Dicho de otro modo, Juana Viale da el casting: por sola presencia, exuda esa elegancia auténtica, aquella del menos es más, sobria pero imponente, segura e imperturbable en su plena conciencia de su superioridad.
El punto es que hay una diferencia sutil, pero a la vez contundente, entre construir un personaje controlado -como la Claire Underwood de Robin Wright- o dar vida a aquellas mujeres gélidas en las que uno es capaz de adivinar dentro al mismo demonio -como lo han hecho decenas de veces Isabelle Huppert o Catherine Deneuve- y ser aplastantemente inexpresiva.
¡Gracias a Dios (Alá, Yavhé o el Gran Maestro)! el gran Osmar Núñez es un coprotagonista con mucha presencia. Y también están Julieta Zylberberg o Andrés Valencoso, actor español que tiene en sus manos a Teo, un secundario de enorme relevancia.
¿La historia? Una casa de modas top, manejada por la hija de la dueña (la cual, hace algunos años murió en extrañas circunstancias), pasa por complejos momentos económicos. Edha tiene como socio a su padre (Núñez) y junto con manejar la empresa y los singulares personajes que pululan en ella, debe lidiar sola con una adolescente en casa (¡ya saben!), cuyo padre (Pablo Echarri), un tipo que no quisieras tener de enemigo, decide, de pronto, reaparecer en la vida de su hija. No faltando los problemas, un taller clandestino de confección (donde se fabrican prendas de la marca) estalla en llamas, dejando un muerto.
Véanla. Hay muchas más subtramas, ambientes y personajes entremedio (a veces demasiados, es cierto), todos intensos, y una vez que la intriga se les mete en la cabeza hasta se olvidan que hay tantas buenas actrices argentinas que pudieron haber estado en el lugar de la hermosa y sofisticada Juana Viale.
En Netflix.
10 episodios de 45 minutos aproximadamente cada uno.
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