“EL CISNE NEGRO”

Natalie Portman muestra por qué mereció el Oscar

Una portentosa tragedia, de fuertes y hasta violentas imágenes es este esperado “EL CISNE NEGRO”, con la que Natalie Portman se quedó con el Oscar a mejor actriz.
Si bien tiene interesantes personajes y se inserta en el marco de una compañía de ballet de Nueva York en plenos preparativos de un gran estreno, es finalmente en Nina, el personaje de Portman, en quien descansa el drama, a través de quien transcurre el hilo de la desesperada y obsesiva búsqueda del éxito en el que todos a su alrededor están embarcados, y que finalmente instalan en sus frágiles huesos la responsabilidad total… O así al menos ella lo siente. Porque a medida que avanza el metraje la cámara se cierra en la mente de Nina, cruzando realidad y alucinaciones sin transición visible.
Lo que sí es real -y, sí, es inquietante: esto vale para cualquiera- son las relaciones que ella construye, todas traspasadas por su ansiedad y desesperación por ser perfecta, por cumplir expectativas, las suyas y las de los demás: la madre, Erica (Barbara Hershey, perfecta en el rol), bailarina de trayectoria frustrada; Thomas Leroy (V. Cassel), el director de la compañía; Lily, su peculiar rival con quien entabla una ambigua amistad; la patética y trágica Beth (notable Winona Ryder)…
El ambiente glamoroso que promete -un teatro de ópera, N. York, estilizadas bailarinas- y su taquillera protagonista han convertido en masivo el interés por este filme de Aronofsky, más artificioso que sus anteriores trabajos en torno al tema. A decir verdad, es más oscura que glamorosa… y ese híbrido sí que ha sido útil para generar interés masivo, pero diluye un tanto el resultado.