EL CLUB DE LAS MADRES REBELDES (BAD MOMS) : HUMOR DE MUJERES

La actriz argentina Julieta Osorio lo hizo hace ya un par de años.
Primero como blog, luego como web serie (con la dirección de Azul Lombardía) y después para TV dio vida a la desopilante, certera y ácida Según Roxi, una sátira sobre el lado B de ser mamá (está en Netflix).
A Hollywood, que en general le cuesta “pensar” en femenino, habitualmente sus comedias sobre mujeres les resultan “románticas” (o bien los personajes masculinos terminan siendo gravitantes).
El Club de las madres rebeldes pasa de largo de aquello para plantar ese reclamo universal: la multiplicidad de roles de la mujer contemporánea y la exigencia que los cumpla todos a la perfección.
Amy (Mila Kunis, en el mejor desempeño de su carrera) comienza su día ya atrasada haciendo el desayuno a sus hijos, mientras prepara su almuerzo para el colegio, los va a dejar y corre a la reunión de la oficina, donde se supone que trabaja medio día.
Mientras, su marido hace unos negocios imprecisos desde la casa y se declara extenuado tras haber realizado un par de llamadas. Por eso, cuando el perro se enferma es Amy quien debe llevarlo al veterinario, en algún momento entre el entrenamiento de fútbol de su hija, la tarea de ciencias de su hijo, el supermercado, las clases de piano, cocinar y la reunión de padres y apoderados.
Si su marido es un patán a tiempo completo, sus niños no lo hacen nada mal: están en perfecta edad como para prepararse su desayuno y … hacer sus tareas escolares.
Amy es la sobreadaptada por excelencia (como la Pía de Paz Bascuñán en Sin Filtro); esa clase de mujeres que parecen tener un chip incorporado que les dice que deben hacerse cargo de todo y de todos y que los demás entienden que siempre cuentan con ella (lo que se parece a mucho a “puedo explotarla”).
La pesadilla de la siempre estresada Amy no es tanto el (casi) adolescente de su jefe sino el trío de madres perfectas —que ejercen de tales a tiempo completo—, que son como la policía escolar. Siempre están allí, impecables y sonrientes, a la entrada del colegio para recordarle que hay asamblea o tarde de galletitas o cualquier cosa con lo que ella, culposamente, no podrá cumplir. La guaripola del grupo es Gwendolyn (Christina Applegate, genial en su rol de bruja rubia y bella).
Con una cantidad de detalles y situaciones que arrancan carcajadas, Bad Moms es una comedia con todas sus letras, muy graciosa la mayor parte del metraje, gracias a un guión sin pretensiones ni demasiado original, pero que fluye de principio a fin.
Parte importante de que ello se logre es mérito de la increíble química que se produce entre el trío de “malas madres” que, por esos giros que hacen dinámica a una historia, terminan conformando Amy; la vulgar e hipersexuada Carla (Kathryn Hahn) y la tímida y cándida Kiki (Kristen Bell), mamá de 4 insoportables niños.
La película juega con algunos elementos idénticos a los de Según Roxi —¡vamos! el tema es universal— pero a nivel Primer Mundo.
Y si la producción argentina es más aguda y punzante, es, al final de cuentas una comedia familiar.
Bad Moms (o El Club…), en cambio, cruza límites no siempre bien vistos en una historia femenina. Por momentos puede ser bien coprolálica, hay bastante chiste sexual y las borracheras y “fiestas” del trío son bien poco glamorosas (bueno, no todo ha de ser Downton Abbey, como dijo alguien por ahí).
Pero es por lo abiertamente desembozada, su incorrección política y una cierta postura desafiante que se desmarca de otros intentos fallidos, como El pasante de modas, una película más preocupada de la elegancia, de lucir la belleza (y el closet) de Anne Hathaway y de insertar a presión a Robert De Niro en el elenco, que del humor.
El Club de las madres rebeldes no estará en ningún festival, ni se aparecerá por el Oscar, pero con la perspectiva del tiempo probablemente se verá que rompió algunos tejados.
Y es muy graciosa.