Director: Hernán Guerschuny Reparto: Rafael Spregelburd, Dolores Fonzi, Blanca Lewin, Ignacio Rogers, Alfonso Ponchi Baron. Año: 2013. Duración: 90 min. País: Argentina
Matías Bize me dijo en una entrevista una verdad irrefutable: “el 50 por ciento de la película la hago yo; el otro 50 por ciento, el que la ve”.
Y es así. No sólo porque la objetividad no existe (convengamos que es un ideal alcanzable hasta ciertas cotas no más) sino porque el cómo y en qué momento de su vida una persona percibe un relato varía según cada quien y sus circunstancias.
A los críticos también nos ocurre. Sí, estudiamos, conocemos, miramos profesionalmente cada pieza, pero no nos desprendemos por ello de nuestras cargas culturales, de nuestros momentos existenciales. Solo podemos hacernos cargo de ellos y tomarles la mayor distancia posible.
De eso va “El Crítico”, la película argentina que protagoniza el genial dramaturgo y actor Rafael Spregelburd (ha venido con sus montajes de Stgo a Mil).
Víctor Téllez (Spregelburd) está en una etapa de su vida que podría describirse con una palabra: derrumbe.
Vive solo en una suerte de bodega prestada mientras busca un departamento. Hace poco terminó con su novia. Escribe críticas siempre negativas y agrias en un periódico, las que su editor intenta morigerar con las peleas consecuentes.
Su vida se mueve entre ver funciones privadas con la tribu de críticos locales, con quienes después se instalan en un café a destrozar lo que acaban de ver.
Son nostálgicos de la nouvelle vague, de los clásicos como Huston, de todo lo que ya fue.
Su cuñado, un abogado exitoso, le pide que le escriba un guión, porque tiene ganas (y la plata) de hacer una película. A pesar de su precaria situación económica Víctor rechaza la oferta.
El día que finalmente da con el departamento que le gusta para arrendar, una chica (Dolores Fonzi) se interpone. Pero la impredecible Sofía, no sólo será su obstáculo para ello, sino que interferirá en su vida de tal modo que acabará cambiándole hasta su manera de pensar.
Interesante ejercicio que demuestra en la práctica cómo mutan nuestras percepciones, nuestra manera de ver la vida, nuestras motivaciones y nuestra sensibilidad cuando algo o alguien nos sacude un poco la rigidez y el foco cerrado con que hemos estado circulando por el mundo.
Es algo parecido a aquello de salir de nuestra zona de confort, que a veces de confortable tiene poco, pero aún así solemos resistirnos a hacer un zoom back que nos amplíe la perspectiva.
Nunca es fácil, no siempre es un acierto, pero cuando una persona está siendo infeliz, es hora de que empiece a salirse de sí mismo, de sus verdades convertidas en piedras ideológicas inamovibles y abra los ojos y los oídos.
IDEAL PARA: malhumorados esparciendo sus malas vibras por el mundo.
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