Decididos a romper la indesmentible imagen ñoña que Superman se ha construido en la pantalla (chica y grande), “EL HOMBRE DE ACERO” llega ahora con un protagonista que saltó a la fama con cartel de sensual, en esa erótica serie que fue “Los Tudors”. El británico Henry Cavill, un bello ejemplar masculino, es un Clark Kent/Kal-El al que no se le cae ningún rulito sobre la frente, que se pasa buena parte del metraje barbón y haciendo trabajos poco glamorosos y que al transformarse en Superman no se pone ese traje azulino y rojo de juguetería de la calle Meiggs, sino uno más oscuro, sucio y de diseño post «Matrix».
Este es un Superman totalmente remozado (no podía transitar por el siglo XXI de otro modo), pero sus realizadores parecen más preocupados de demostrar esto que de contar una buena historia que mezcle con equilibrio y dinamismo momentos emotivos, acción, algo de sorpresa y estética fantástica. Finalmente esta es una película por momentos interesante, con escenas atractivas y monumentales, pero indecisa y falta de nervio.
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