El talentoso mago Jean-Paul Olhaberry (ex Magic Twins), cual Kramer, se lanzó a la aventura de llevar al celuloide su arte.
El resultado se llama “EL MAGO” (naturalmente).
¿Qué esperaría el público de una película con ese nombre, hecha por un artista al que ha visto lucirse como tal hasta en el Festival de Viña?
Legítimamente, muchos o unos cuantos trucos en pantalla, que por cierto no sean producto de esa otra magia tecnológica que proporciona el cine. Nada de eso.
“El mago” es un thriller dramático, bien triste a decir verdad, bordeando lo patético, muy mal actuado (con excepciones, como la de Ingrid Isensee o Erto Pantoja) y cuyo protagonista —Olhaberry— tiene tan poco espesor como personaje que es en realidad el antagonista, el dueño del circo-traficante, con diente de oro (Víctor Montero, “Morales, el reformador”), quien se apropia de la película.
El guión, construido con oficio, no ayuda nada, sin embargo. Predecible y también incoherente por momentos, agrega unas escenas de sexo estilo “American Beauty” que se ven como un agregado más a un postre que simplemente no cuajó.
Hacer cine no es nada más que saber poner una cámara y encontrar buenas locaciones.
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