Las incontables ocasiones en que hemos visto (o leído), desde todos los ángulos posibles, la tragedia del Holocausto, nos hace desconfiar de una nueva película en torno a este doloroso tema. “EL PIANISTA” es exactamente LA película que faltaba, una historia personal, desprovista de todo maniqueísmo.
Las imágenes son muy duras y fuertes, pero nunca en pos de la truculencia. Los personajes, como seres humanos que son, tienen matices, contradicciones, en suma, no son unidimensionales.
Ciertamente hay un mérito de Roman Polanski en ello, pero también lo está en el libro en que se inspiró, las memorias de Wladyslaw Szpilman, un pianista polaco que sobrevivió al ghetto de Varsovia y que murió el año 2000, a los 88 años de edad.
La historia comienza cuando Szpilman está en su trabajo de la radio de Varsovia, tocando el piano. Las bombas nazis se escuchan cerca; las transmisiones continúan… hasta que una de ellas cae sobre el edificio de la emisora. Sale con vida del episodio.
El traslado al tristemente famoso ghetto de Varsovia es parte de una historia cuyo horror va pausadamente in crescendo. Ciertamente hay escenas literalmente insoportables, pero sólo dan cuenta de la cotidianidad.
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