«EL SECRETO DE ADALINE»: AMOR ES… ENVEJECER CONTIGO

Género romántico en estado puro es esta película que juega con la biología-ficción para contar la historia de una joven de 29 años que, tras sufrir un accidente que la tuvo casi muerta, no sólo revive sino que vuelve al mundo con una ¿envidiable? propiedad: su organismo no envejece.

Cuando conocemos a Adaline (Blake Lively) ella va en su cambio de identidad número 4 (o 3 o 5). Es que su cuerpo sigue siendo de 29 años, pero su fecha de nacimiento dice 1908.

Y es que la eterna juventud a la que todos (hombre y mujeres ¡no me vengan con que no!) aspiramos es un lío de proporciones, en el doméstico día a día, año a año.

Como somos animales sociales, permanecer de veinteañera cuando tus amistades, colegas y familiares hacen el natural camino de envejecer se torna invivible.

Adaline se casó, enviudó cuando su hija era pequeña, pero ahora ésta (Ellen Burstyn) es derechamente una anciana.

Adaline cambia de nombre, lugar y trabajo cada tantos años, para que nadie le haga preguntas y descubra su secreto, que sólo conoce su hija.

En este deambular tipo «Alma de acero» se ha enamorado y ha optado, con mucho dolor, por dejar plantados a sus novios. ¿Cómo explicarles que podrían vivir juntos, pero no envejecerán a la par?

En este solitario nomadismo, un día Adaline conoce a un decidido joven (Michiel Huisman, «Game Of Thrones»), que logra vencer su resistencia. Las cosas se le van de las manos cuando él la invita a la casa de campo de sus padres (Harrison Ford) y se encuentra con una sorpresa.

Romance, algo de lágrimas, recuerdos melancólicos y magia tipo ciencia-ficción resumen este filme que intenta darle una vuelta al sempiterno y siempre necesario tema de los amores imposibles.

IDEAL PARA: romántico/as empedernido/as.

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