Si hay una película perfecta para explicar que en el cine, el teatro y la literatura lo importante es cómo se cuenta algo más que aquello que se cuenta esa es «Ella se va».
Uno la sigue con la ilusión de ver lucirse a una diva de esas que ya no existen como lo es la mismísima Catherine Deneuve, pero, lamento decirlo: es una experiencia frustrante.
Para «armar» esta road-movie, la directora y coguionista se dedica a mostrar a su estrella, deteniéndose en muchos e innecesarios planos sobre la actriz, ya sea que esté parada junto a su auto o fumando (que es lo que hace tooooda la película).
Bettie es una mujer mayor, dueña de un restorán a punto de quebrar, que vive con su madre, que jamás ve a su hija y su nieto (quienes viven en el otro extremo de Francia) y que se entera que su amante de casi toda la vida acaba de dejar a su mujer… para irse con una jovencita. Alguna vez Bettie fue Miss Bretaña y los organizadores de Miss Francia la han llamado para extenderle una invitación ya que reunirán a todas las reinas de belleza regionales de su generación.
Sin intención de asistir, toma su auto sin rumbo, se detiene en un bar, conoce a un tipo y entremedio recibe el llamado de su hija pidiéndole que recoja a su nieto para llevarlo donde su abuelo porque ella ha conseguido un trabajo en Bruselas.
Y sigue el recorrido, que incluye el encuentro de Bettie con su nieto con quien continúa el viaje…
Es tanto lo que le sobra a la película que:
Alternativa 1: se divide en capítulos y se hace una teleserie.
Alternativa 2: se limpia el guión y se le da un rumbo.
En cualquiera de los dos casos, se necesita emoción, tensión, sentido y no un cerro de situaciones y ocurrencias amontonados en escenas sucesivas y planas.
Una lástima.
IDEAL PARA: convencerse de la importancia clave de director y guionista en una película.
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