«EN EL CORAZÓN DEL MAR”: IMPLACABLE OCÉANO

Una mega producción que asombra con una deslumbrante puesta en escena del intimidante poderío del océano y la naturaleza es “En el corazón del mar”.
La película de Ron Howard sitúa al escritor Herman Melville en 1850, buscando en Massachusetts al único sobreviviente del hundimiento del ballenero Essex, suceso acaecido hace 30 años. Thomas Nickerson (Brendan Gleason) era un grumete de apenas 14 años (Tom Holland) cuando se unió a la tripulación al mando del capitán George Pollard (Benjamin Walker) y el experimentado primer oficial Owen Chase (Chris Hemsworth).
El escritor ha buscado con persistencia escuchar la historia de primera fuente para escribir un libro (que luego sería “Moby Dick”). Nickerson se ha refugiado en el alcohol desde entonces y no ha contado a nadie los pormenores de la tragedia.
“Al diablo le gustan los secretos sin contar, sobre todo los que pudren el alma”, sentencia.
Desde este relato se organiza la película, dos horas de trepidante aventura y drama en medio del mar, con hombre rudos y curtidos, con la permanente tensión entre el capitán, que está allí por su apellido, y el primer oficial, que debió ser el capitán.
Ya en las primeras escenas en el mar se despliega una impresionante secuencia de caza de una ballena, el trabajo de faenarla, el duro aprendizaje del grumete Nickerson.
Las dificultades y la tragedia van escalando y llegan a su punto cúlmine cuando los hombres escuchan, al llegar a un puerto caribeño, a un capitán español hablar de una ballena monstruosa. (Las nativas de cintura al aire como sacadas de una revista de moda deben ser un detalle para refrescar una película con tanto hombre).
Haciendo caso omiso de las advertencias, parten tras ella. Y la encuentran.
Vibrante, con personajes intensos y un despliegue de imágenes de la naturaleza que llega a ser abrumador, “En el corazón del mar” es una clásica película de aventuras, que aprovecha la tecnología y los recursos de los que dispone hoy el cine y que no son pocos.
Son 2 horas y si usted no tiene vocación marinera, se le harán largas.
Esto no es el “Moby Dick” de John Huston… ni el de Melville.

IDEAL PARA: cofradías náuticas, marinos de vocación o profesión.