Francofonia, le Louvre sous l’Occupation Reparto: Louis-Do de Lencquesaing, Vincent Nemeth, Benjamin Utzerath. Director: Aleksandr Sokurov Francia, 2015. Duración: 87 min.
En ese prodigio del cine que es El Arca rusa, Alexander Sokurov seguía a sus personajes -nobles y aristócratas de elegantes trajes y finas joyas- copando con sus refinados modos cada rincón de L’Ermitage.
En un gran plano secuencia la cámara subía y bajaba escaleras, en medio de magníficas obras de arte. El relato nos describía a esta casta; nos hablaba de su presente, su pasado, y también de su futurohttp://anajosefasilva.cl/?p=7054&preview=true (el tiempo indivisible, como el continuo que es), ad portas de la revolución bolchevique y por tanto, de su fin: el arca que los reunía no estaba destinada a salvarlos.
En Francofonía, Sokurov se traslada a París.
Esta vez recurriendo al relato en off (la misma voz del director) que la describe, al 14 de junio de 1940, como “una ciudad abierta”, con sus gobernantes huyendo al sur, mientras el Ejército nazi toma posesión y “la guerra calla”.
Es la Francia del Gobierno de Vichy y de la figura del Mariscal Pétain.
El conde Franz Wolf-Metternich, militar de carrera, se dirige al Louvre.
Su misión —nunca manifestada abiertamente— es obtener el botín que le corresponde al invasor.
Allí se reúne con Jacques Jaujard, director de museos, “el único funcionario que encuentro en su puesto”, como le señala con leve sorna.
Cercana a un documental, la película, no obstante, desdibuja totalmente las fronteras de los géneros, los formatos y especialmente el tiempo.
Junto a imágenes de archivo de diferentes épocas (algunas muy impresionantes), se recrean y ficcionan situaciones e incluso inserta digitalmente la pirámide de cristal de Ieoh Ming Pei (que se inauguró en el Louvre en 1989).
También cobran vida personajes simbólicos, como Marianne con su gorro frigio recitando “liberté, egalité et fraternité”.
Por otra parte, el propio director -en el presente- mantiene una conversación por skype con el capitán de un barco que traslada obras de arte y que se enfrenta a una intimidante tormenta en altamar.
“¿Tuvieron los museos el presentimiento de la guerra?”
En esta, su incursión-homenaje al Louvre, Sokurov vuelve a entrelazar arte e historia cruzando tiempos. No se trata de recursos narrativos (raccontos o flashbacks) sino de evidenciar esta inevitable superposición.
No resulta caótico, ni confuso: es el leit motiv de la película. La premisa de que la conservación —o no— del patrimonio de la humanidad, del legado y la huella que vamos dejando manifestada en el arte, está demasiado ligada con la historia, esto es, con la política y las guerras, hasta el día de hoy.
Si los nazis aspiran a hacerse con las obras del Louvre, ahí está Napoleón circulando por los pasillos para contarnos que él hizo lo propio, mostrando lo que trajo de sus “campañas”.
“¿Tuvieron los museos el presentimiento de la guerra?”, se pregunta el narrador.
“Yo evacué el de Colonia”, dice Wolf-Metternich.
Lo mismo que ha hecho Jaujard con los tesoros del Louvre, llevando las obras a distintos castillos para protegerlas (al menos) de los bombardeos.
Parte del genio de Sokurov es hacer que esta película no sea solo para eruditos y que aun con todo el collage de lenguajes cinematográficos a los que apela -saltos temporales incluidos- no resulta críptica.
Es que si los ha usado no es por experimentar ni lucirse con parafernalia alguna sino porque los ha elegido para que estén al servicio de lo que quiere relatar.
Cierto que no es para ese espectador al cual el solo mote cine-arte le provoca desconfianza.
Pero Francofonía es de esos lujos al que pocas veces tenemos acceso en nuestra cartelera.
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