FULL ADRENALINA: #RÁPIDOSYFURIOSOS7

Cuando una se ha vuelto adicta a series como «Breaking Bad» o «Downton Abbey» y se ha tragado sin chistar decenas de horas siguiendo a Walter White o al conde de Grantham y sus adláteres (ya sea upstair o downstair) ya no tiene autoridad moral para reclamar porque en la pantalla grande todo se vuelva saga.
Como en el formato TV, las partes 1, 2 y 3 (y siga contando) de casi cualquier historia, también tienen su propia legión de seguidores en las salas de cine.
«Rápidos y Furiosos 7» suena demasiado para una historia sobre carreras de autos clandestinas en L.A. con tipos rudos al volante -más «tuercas» que Walo Frías- y primeros planos de los traseros en bikini de las chicas que bajan la bandera de partida.
Pero esta saga ya es mucho más que eso.
Esto es acción trepidante, como Dios manda. (Aún para una que nunca ha tenido en mente la calle 10 de Julio como paseo de fin de semana).
La trágica muerte del actor Paul Walker mientras se rodaba la película no ha hecho más que acrecentar la devoción de su feligresía. Y por cierto, esta película está dedicada «a Paul». (Sus hermanos hicieron de doble y completaron las escenas faltantes).
Club de fans aparte, «RyF7» es por donde se la mire una muy entretenida y adrenalínica película de acción (larga también, hay que admitirlo), mezcla de «Ocean eleven», «Misión imposible» y James Bond, sólo que todo con olor a garage y camisetas.
Hace rato que mujeres aguerridas son parte del lote (aparte de las que sirven de ornamento) y ahora también está la familia (sí, con niños y guaguas, alimentadas con sopa de tuercas, es de imaginar).
La pandilla esta vez se mueve entre Londres, Tokio, República Dominicana, las montañas del Cáucaso (espectaculares secuencias), los Emiratos Árabes Unidos, para terminar dando la batalla final en casa: Los Ángeles.
Y a los autos se suman helicópteros, aviones, armas de última generación, el mundo online (siempre hay un hacker top one ahora último) y los servicios secretos.
Pero el nudo sigue estando en este grupo férreamente unido, y en su temeridad y sapiencia con las máquinas y motores.
Como aperitivo, el desastre que deja Deckard Shaw (Jason Statham) en el hospital de Londres donde yace su hermano Owen. Su promesa de venganza contra Dominic Toretto (Vin Diesel) desata toda la historia.
En Los Ángeles, Hobbs (Dwayne, La Roca, Johnson) se recupera también en un centro clínico de su última aventura, mientras Letty (Michelle Rodríguez) muestra sus destrezas tras el manubrio.
Brian (Paul Walker) ha formado familia con Mia (Jordana Brewster) y la mayor preocupación del lote es cuidarlos, sobre todo luego que una bomba de alto poder explota en su casa.
Shaw es un malo muy bien preparado y más que decidido. Lo peor es que en connivencia con otro terrorista tienen secuestrada a una hacker, Ramsey, cuyo «programa» es tan poderoso que podría haber resuelto los problemas con ISIS ya.
El gobierno, entonces, anda tras él, y en su representación, el Sr. Nadie (Kurt Russell) hace una alianza con la pandilla para detener a los terroristas y recuperar a Ramsey y su programa.
Humor rudo (amén de frases tan para el bronce que hacen reír) se intercala con las carreras de autos, peleas cuerpo a cuerpo, balaceras, explosiones, todo en el borde del peligro máximo.
Eso sí, aquí todo el mundo tiene muy desarrollado el sentido de familia (todo parte como una venganza fraternal).
(El malasio James Wan es también el director de «Saw» y «El conjuro»)