Las vueltas de la industria fílmica han hecho que el western -ese género único, que parecía inagotable, que tuvo su edad de oro entre 1940 y 1960 y que de pronto desapareció- comience a vivir un nuevo aire. La miniserie Godless es su resurrección con todo.
Las primeras imágenes no nos dejan lugar a dudas: primero, solo polvo y tierra que levantan el viento, tanto, que durante un buen rato la pantalla es monocromática.
Es 1884 y mientras la cámara se va despejando vemos lo que queda de un pueblo: ni una construcción en pie, un reguero de cadáveres, hombres, mujeres y niños masacrados de distintas formas. El alguacil Cook, que entra con un grupo de jinetes acompañándolo, solo ve a una joven sentada junto a uno de los tantos restos, entonando una canción, con la mirada extraviada.
En este primer capítulo (cada uno de 70 minutos de duración) se intercalarán las escenas que luego confluirán: un tren descarrilado en medio del desierto, rodeado de muertos; una mujer que de noche dispara a quien supone un forajido; un hombre que llega con su pandilla a que un cirujano le ampute el brazo baleado.
Godless -literalmente, “un país sin Dios”, como dice uno de los personajes- es la historia de La Belle, un pueblo minero que, tras un accidente, ha quedado prácticamente sin hombres.
El reparto coral lo encabeza Alice Fletcher (Michelle Dockery, Lady Mary en Downton Abbey), quien vive en la afueras en un rancho con su hijo adolescente, producto de su segundo matrimonio con un indio paiute. A los 21 años, Alice ha enviudado dos veces y ha aprendido a disparar y sobrevivir duramente.
En el pueblo están Maggie McNue (Merritt Wever), también viuda y siempre vestida de hombre; una prostituta (Tess Frazer) devenida en profesora; la difunta mujer del sheriff siempre presente en numerosos racontos; una alemana (Kayli Carter) que llegó a La Belle huyendo de su marido y se pasea desnuda.
A este ya desafortunado escenario se trasladará la mortal pelea que mantienen la banda del cruel y poderoso Frank Griffin (Jeff Daniels) con quien fuera su verdadero ahijado, Roy Goode (Jack O’Connell). Roy, el mismo que Alice ha herido una noche y que luego cuidará en el rancho.
Aunque se la ha presentado como un “western feminista”, en este punto, la serie solo roza ciertos clichés.
Porque lo que en realidad mantiene la atención del espectador es el verdadero thriller y drama sicológico que hay tras la pugna entre Frank y Roy. Y le misterio doloroso que envuelve la vida de ambos.
En los 7 episodios hay imágenes extasiantes -como la domadura de caballo en el rancho de Alice o la inmensidad de los parajes- y secuencias potentes, crudas y tensas.
A veces, los 70 minutos resultan excesivos, hay que decirlo.
En rigor, originalmente Godless se pensó como una película (hace 15 años) y su paso a miniserie se nota.
Cierto que nada malo puede salir de algo que tiene a Steven Soderbergh (Ocean’s eleven , La Estafa de los Logan (VER COMENTARIO) en la producción y como creador a Scott Frank , guionista de Logan (VER COMENTARIO), un western disfrazado de spin off de una saga fantástica.
Como fuese, este es el más decidido retorno del western, desde la grandiosa Los Imperdonables (Oscar 1993, Clint Eastwood), película a la que esta producción cita en más de alguna imagen; o las versiones aggiornadas -como Django sin cadenas y Los 8 más odiados (VER COMENTARIO), ambas de Quentin Tarantino- o bien historias asimilables al género pero que transcurren en la actualidad, como la entrañable Nada que Perder (VER COMENTARIO ) y Viento Salvaje (VER COMENTARIO), la primera con guión de Taylor Sheridan, la segunda, dirigida por él.
Godless incluso hace un guiño a un clásico como Más Corazón que Odio (The Searchers, 1956, del maestro John Ford).
Estos permanentes homenajes y las extraordinarias interpretaciones ubican a esta miniserie -con sus defectos y todo- en el listado de las producciones más interesantes que nos ha brindado Netflix en el último tiempo.
Aún si uno está lejos de ser fan del western.
En Netflix.
7 episodios de 70 minutos cada uno.
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