“JERSEY BOYS: PERSIGUIENDO LA MÚSICA”

Four Seasons: chicos de barrio bajo

Una película chispeante, que toma al espectador y no lo suelta, en un tiovivo de sorpresas y emociones, donde abunda el humor —ese que surge de una historia “en serio” y nunca de gags implantados arbitrariamente— es lo que consigue Clint Eastwood con “JERSEY BOYS: PERSIGUIENDO LA MÚSICA”.
La versión fílmica del musical que arrasara en Broadway cuando se estrenó en 2005 —y que ha tenido versiones en otras ciudades estadounidenses— tiene el no poco relevante mérito de ser una historia muy bien contada, mucho más allá del género al que pertenece.
La historia de los Four Seasons no es una sucesión de canciones del popular grupo que naciera a fines de lo 50 y que hasta los 70 rompieran los rankings con hits como «Big Girls don’t Cry», «Sherry», «I’ve got you under my skin», entre otras. Estos chicos procedentes de la clase obrera de New Jersey son seguidos por la cámara desde su adolescencia, cuando mezclaban los ensayos con robos torpes, sus entradas y salidas de la cárcel y su estrecha relación con el padrino del barrio, Gyp De Carlo (genial Christopher Walken). Es el relato de cada una de estas vidas —cada cual se turna para hablar a la cámara— hasta que conforman lo que sería el mítico grupo.
El dominio de los actores de sus roles puede que haya contribuido a que la historia fluya con un «tempo» preciso.
El espectador es testigo de cómo es que algunos nunca dejarán de ser «barriobajeros», mientras que otros, cruzarán el puente.