Una ácida crítica al despiadado mundo hollywoodense es el que arma el canadiense David Cronenberg en «Polvo de estrellas», una película que, sin embargo, ahonda más en las oscuras vidas y los atormentados espíritus de sus protagonistas, dañados por el tóxico entorno en el que, contradictoriamente, tienen el privilegio de vivir.
Julianne Moore se deja el pellejo en su rol de Havana, con el que ganó la Palma de oro en Cannes a la mejor actriz en 2014 y el globo de oro este año. Havana es una actriz famosa y rica, cuya carrera está comenzando a declinar: está desesperada por conseguir el protagónico del remake de la película que lanzara a la fama a su propia madre.
Neurótica, egocéntrica y tiránica, pero dulce y encantadora cuando hay que serlo, Havana es atendida por el Dr Stafford Weiss (John Cusack), un exitoso charlista, autor de best-seller y conductor de su propio programa de TV.
El hijo de Weiss, Benjie (Evan Bird) es también una estrella, un preadolescente que acaba de salir de rehabilitación por su adicción a las drogas, sin que nadie haya hecho algo por recomponer su abominable personalidad, que parece calcada a la de Havana. Benjie es un niño que ha perdido hace rato la inocencia y cualquier valor espiritual.
Desde Florida y en bus llega a Los Ángeles Agatha (Mia Wasikowska), una chica que esconde huellas de quemaduras en su rostro y varias partes del cuerpo. En el terminal conoce a Jerome (Robert Pattinson, «Crepúsculo»), que conduce limusinas mientras logra un papel en el cine que lo lleve al estrellato.
Agatha y sus heridas removerán más aún los fantasmas que pululan en esta podrida Dinamarca.
Aunque la película fue nominada a la Palma de Oro, la crítica internacional no ha sido unánime.
Hay quienes han visto otra historia más -retorcida, a lo Cronenberg- sobre el desalmado sistema de la industria del cine, que desecha cuerpos dañados o envejecidos como basura, una vez que dejan de serles útil.
Pero el maestro canadiense se trae también otros asuntos entre manos, unos de complejidades sicológicas profundas con las que carga a sus protagonistas, los que se mueven en luminosas y elegantes mansiones, perseguidos, literalmente, por sus fantasmas y pasados oscuros.
Almas torturadas en cuerpos bellos; cuerpos destruidos con espíritus destrozados.
Una tragedia que se sirve en el plato de una comedia dramática en el que las soberbias actuaciones de los protagonistas relucen.
Julianne Moore lo dejará con la boca abierta. ¡Asombrosa!
Ojo: no apta para espíritus delicados.
IDEAL PARA: tomarle distancia a la fama y el dinero.
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