Este cuento tradicional de origen europeo ha tenido múltiples versiones, las más conocidas son francesas (Charles Perrault recogió una de ellas).
Incluso Jean Cocteau, en 1944, rodó una película que todos consideraban imposible, protagonizada por Jean Marais.
Pero para el público masivo, la más conocida es la versión animada de Disney (1991).
Con este filme, el cuento vuelve a manos francesas con dos protagonistas de primera línea: Léa Seydoux («La vie d’Adele) y Vincent Cassel («Cisne negro», «Un método peligroso»).
La historia parte en la gran casona de un rico y generoso mercader y su feliz familia. El naufragio de sus barcos cargados de mercadería lo dejan en la calle. La felicidad familiar se termina: sus hijos e hijas, acostumbrados a vivir rodeados de comodidades sólo le dan más problemas; excepto la menor, Bella, que es sencilla y sólo le importa el bienestar de su padre.
A petición de Bella, el anciano corta una rosa, pero lo hace en un jardín encantado dominado por una Bestia. El costo: Bella termina prisionera en el castillo, eso sí, rodeada de lujos y comodidades.
A través de un espejo de agua Bella va conociendo la historia de esta Bestia, que alguna vez fue un Príncipe, rico y con una bella esposa, pero cuya ambición lo perdió.
La historia camina bien: a medida que el metraje pasa, se van descubriendo hechos sorprendentes que aumentan la tensión. La impronta de Léa Seydoux aporta lo suyo al resultado.
La pregunta es ¿para quién es esta película? Quizás para niñas no tan pequeñas ni ya en la adolescencia.
Al menos tiene más nervio que «50 sombras de Grey».
IDEAL PARA: distinguir entre lucro y codicia.
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