LA DECEPCIONANTE ERA DE ULTRÓN

(Advertencia: si usted ¡muere! por ver esta película y la está esperando con ansias, no lea este comentario porque a lo mejor no quiere que le rompan la ilusión y de todos modos piensa ir a verla).

«No confío en la gente que no tiene su lado oscuro», declara Tony Stark/Iron Man (Robert Downey Jr.), en uno de los escasos guiños de humor que se permite esta decepcionante secuela de la muy entretenida película que lo presentó como el súper héroe Marvel («Los Vengadores», 2012) y mostró, como secundarios, al resto.
(Estoy de acuerdo con Stark).
Y claro, inventarle su lado oscuro particular a un batallón de héroes no es tan sencillo: ¡si al final todos son unos freak desadaptados más o menos parecidos!
Y detener la acción para contar el pasado de uno, dos, está bien, pero de casi todos -y luego lo mismo para el lote de malos- es un atentado al ritmo frenético que uno le pide a este tipo de artefactos comerciales que son estas superproducciones.
Y sus «trancas» sí que se nos muestran, no sólo mediante flashbacks: les faltó no más el sicoterapeuta porque ¡por Dios que hablan y conversan y hasta se toman sus «chelas»!
Si no es fácil para los guionistas armar esta torta de chocolate con merengue, manjar, mermelada, crema y caramelo, mucho más lo es entregarle -a alguno que sea, de su largo elenco de protagonistas y antagonistas- esas líneas que son un quiebre tan necesario, el toque de humor, que sirve para sacudir esa pesada solemnidad que puede lastrar cualquier cuento fantástico.
Para partir, hay que tomarles lista a los súper héroes que desfilan por la pantalla: una cosa es una película coral y otra es amontonar protagonistas (porque aquí todos luchan por serlo) y tratar de hacerlos calzar en un «equipo» (palabra que se repite más que en seminario de recursos humanos).
Y eso hubo que hacerlo de sopetón: porque por ejemplo, «X Men» fue una saga que permitió presentar, hacer crecer y mostrar a cada uno, ordenando en primeras y segundas filas a personajes protagónicos, secundarios y miembros del coro.
Luego viene la parte de hacer que luzcan sus gracias porque son todas tan asombrosas y espectaculares que ¡vamos! a eso vinimos.
Por si le faltara una guinda a esta torta hay que encontrar un malo y su compañía con sus propósitos del tipo Pinky y Cerebro («tratar de conquistar al mundo»).
Dólares hubo por montones para hacer la película, así es que aquí hay castillos, naves y mega naves y laboratorios súper design, trajes, robots de toda índole, mucho vidrio, todo para ser reventado, destruido, volado en mil pedazos y vuelto a construir. Una delicia para arquitectos y diseñadores.
Seguro ya lo sabe pero para resumirlo, Ultrón es la inteligencia artificial -el Santo Grial- que persiguen unos y otros porque de ello depende, cómo no, la supervivencia del planeta y la humanidad.
Me encantaría decirle que con tanto superpoderoso circulando esta es una trepidante aventura, pero no: aparte de ser enredada como paquete de virutilla, cada cierto rato nuestros héroes -más otros personajes también de la película anterior- se detienen ya sea a discutir, reflexionar, pasar un rato en la casa de campo de la familia del más «normal» del lote (mujer embarazada y niños) y hasta para organizar fiestas.
Explosiones, carreras, destrucción de puentes, ciudades, disparos, peleas de todo tipo hay por montones, por cierto.
Lo bueno es que la reconstrucción de la hiper sofisticada Torre Stark -súper laboratorio y pista de aterrizaje incluida- no está a cargo del MOP, así es que tenemos secuela.
Por favor ¡no lleve niños!
IDEAL: fans, tipo secta, de Marvel.