"La Once" Documental de Maite Alberdi. Chile. Duración: 70 minutos. MUY BUENA.
Un bello y agudo trabajo -desbordante de cariño, respeto y alegría por la vida- es el que nos ofrece Maite Alberdi con «La once», un espléndido documental que entrega, con mayor lucidez y precisión que un estudio antropológico, un acabado retrato sobre los valores, creencias y convicciones con que fue formada una generación de chilenas.
Precedido por un recorrido festivalero en el que reunió numerosos premios y nominaciones (Brasil, Colombia, México, EE.UU., Holanda y el Sanfic en Chile), llega por fin a las pantallas de todo Chile.
Durante cinco años, mes a mes, la cineasta y su equipo asistieron a las reuniones que un grupo de compañeras de colegio organizaban en sus casas a la hora del té, manteniendo con este rito de ¡60 años! una amistad de vida.
Ya ancianas, pero muy activas, opinantes y con mucho humor, María Teresa, Ximena, Alicia, Angélica, Gema, Inés, Juanita y Manuela se desenvuelven frente a una cámara que apela mucho al primer plano, que deja fluir la conversación y está atenta a los rituales de cada reunión.
Inspirada en su propia abuela -protagonista, finalmente, de esta historia- Maite recoge un valioso testimonio sobre la formación que marcó sus vidas de mujeres de clase acomodada, educadas en un colegio católico y conservador.
El detalle de los pastelitos, el té, los sándwiches, las mesas cuidadosa y finamente puestas se van alternando con los rostros bien maquillados de las contertulias, que hablan y opinan sobre el matrimonio, el amor, la soltería, el sexo («nos formaron la mente para casarnos», «si no me hubiera casado me hubiera muerto»), no sin antes decir una oración previa a la comida (que a veces incluye «un arregladito de vino con fruta» o «una mistelita» hacia el final).
También tienen sus ideas sobre la homosexualidad -desprovistas de desprecio, pero ciertamente cargadas de ignorancia-, el trabajo femenino (hilarante la conclusión de una de ellas sobre la opinión de su novio acerca de su idea de estudiar y trabajar) y la viudez.
Leen cartas de amor de los novios con que se casaron, el pensamiento del día, una hoja amarillenta manuscrita con apuntes de lo que parece haber sido la clase de «conducta y urbanidad» (o algo así).
Divertidas, vitales, ocurrentes, las mujeres del grupo -que el inexorable transcurso de los años va achicando- son una muestra vívida de una época de un Chile que prácticamente ya no existe, pero que no podemos dejar de pensar que dejó su huella.
En su caso, la del optimismo, el valor de la amistad y de la conversación como forma de entendimiento entre los seres humanos (aunque sus acuerdos sean más que sus diferencias, que las tienen).
La franqueza y los distendidos diálogos que se nos ofrecen -que es lo que hace tan valioso este documento- dan cuenta de la habilidad de la realizadora, tanto en su acuciosidad para recoger su material como para la paciencia de seleccionarlo y armarlo (montaje).
Una joya.
IDEAL PARA: conocer nuestra pequeña historia.
En salas de Arica a Punta Arenas.
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