The Party Reparto: Patricia Clarkson, Bruno Ganz, Cherry Jones, Emily Mortimer, Cillian Murphy, Kristin Scott Thomas. Dirección: Sally Potter Reino Unido, 2017. Duración: 71 min.
Un elenco ¡apabullante! reunió Sally Potter para filmar La Fiesta (The Party , juego de palabras entre fiesta y partido político), una película que en solo una hora y 10 minutos y en un exquisito blanco y negro desgrana una comedia dramática y trágica, según se quiera ver.
Comedia, porque los diálogos y silencios son con estilete, cinismo y también risible ingenuidad.
Drama, porque las verdades feas, ocultas tras situaciones amables y cotidianas, se van destapando y los giros traicioneros no dejan nada en pie tras el frenético tráfico de los personajes que llegan a una sencilla soirée entre amigos, para celebrar un gran logro de la festejada en su casa en Londres.
Ellos conforman un grupo de “malditos intelectuales ingleses”, animales políticos, vanguardistas sociales que han contribuido a que la anfitriona, Janet (la siempre magnética Kristin Scott Thomas) consiga llegar al Ministerio de Salud.
Mientras Janet prepara canapés, su marido, Bill (el gran Timothy Spall), un profesor universitario que se ve de muy mal aspecto y un tanto ido, se instala a escuchar los vinilos que pone en el tocadiscos.
Los primeros en aparecer son April (Patricia Clarkson) y su marido Gottfried (Bruno Ganz), un matrimonio de esos sobre los que uno se pregunta a qué hora se juntaron.
April es una escéptica de lengua afilada, que está muy consciente que los idealismos dejaron de ser lo suyo, mientras que Gott practica todos los estereotipos occidentales de sabiduría oriental: se sienta en posición de loto, habla de limpieza kármica y cuando todo se ha desbordado y el ambiente está como para cortarlo con cuchillo dice con toda paz: “Esta es una crisis que puede transformar y cambiar las cosas”; “como todos los sentimientos, pasará”. Las pullas de su mujer -el cinismo es parte de la esencia de April- no lo mueven ni un milímetro de su estado zen.
Tras ellos llega un muy nervioso Tom (Cillian Murphy), un hombre joven que explica que su mujer, Marianne, vendrá después. Marianne, un nombre que oiremos una y otra vez.
Finalmente se suma otra pareja: Martha (Cherry Jones) y la cándida Jinny (Emily Mortimer), que prometen una noticia.
La velada se desliza entre confesiones, malentendidos, incidentes, algunos aparentemente irrelevantes, y algunos nerviosos chateos por celular.
En este relato lineal, el único quiebre es la breve primera escena -una puerta que se abre- que volvemos a ver al final y solo allí entendemos su sentido.
Potter (Orlando, 1992) tiene su estilo: cuando la historia nos resuena a alguna película de Bergman, o a ¿Quién le teme a Virginia Woolf? , una frase, un acontecimiento, nos devuelve a este universo, que es más político -incluso metafóricamente- que sicológico.
La Fiesta puede perfectamente adaptarse al teatro (todo transcurre en la casa de Janet y Bill) lo que no significa en absoluto que carezca de cualidades cinematográficas.
A saber: las composiciones de cuadro son de tal elocuencia que solo se pueden hacer con una cámara y una dirección de fotografía que sabe cómo ensamblar un agudo guión.
La opción de planos para distintos momentos de los personajes entregan más información dramática que una línea de diálogo. Por ejemplo, no se entendería el peso que adquiere en la historia el aparentemente anodino Bill sin ese magnífico plano del comienzo, con él sentado de espaldas al lente, justo al medio del living, frente al ventanal semi abierto hacia la terraza y el tocadiscos sonando con una música que acaba de poner. (El vinilo y la música, otros protagonistas: Cole Porter, Gershwin, Pugliese, Rubén González, “Jerusalem”).
El blanco y negro -que solo un buen cineasta sabe aprovechar en todo su esplendor- es aquí una grandiosa opción, que acota y hace foco en las pequeñeces de estos seres importantes y ambiciosos, y elude distracciones.
No hay nada como las luces y sombras, los matices, el dramatismo que permiten el blanco y negro sensiblemente utilizado por un artesano del cine.
Contar con este puñado de actores de primer nivel es otro plus. La Patricia Clarke de aquí no es la misma de House of Cards (VER COMENTARIO), ni de La Librería (VER COMENTARIO) (en la que también está Emily Mortimer), ni de la serie Sharp objects.
De los demás se puede decir lo mismo, solo que detenerse en cada uno de los roles que han interpretado, por ejemplo, Kristin Scott Thomas y Timothy Spall en su extraordinaria carrera da para otra crónica.
La Fiesta es ágil, ingeniosa; una delicia de guión, dramaturgia, dirección, fotografía, actuaciones.
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