Un melodrama de estética kitsch, extrañamente fusionada con cierta pulcritud muy minimal.
Así es “LA PIEL QUE HABITO”, la película de Almodóvar con Antonio Banderas en el rol protagónico y Marisa Paredes, cómo no, entre los secundarios.
Un médico cirujano, Robert Ledgard (Banderas), que padece sucesivamente: el suicidio de su esposa tras quedar casi por completo quemada en un accidente de auto sufrido cuando huía con el medio hermano de su marido (¡!); el suicidio de su joven hija por una vivencia traumática vivida cuando se estaba recuperando de otra vivencia traumática…
Luego, nuestro Dr. Frankenstein experimentando con la transgénesis (y haciéndole leru leru a la bioética) secuestra a un joven para vengarse (¿se acuerda de esa terrible película coreana «Old boy»?).
Y suma y sigue…
Con él está una criada-madre de toda la vida, Marilis (M. Paredes), que a su vez tiene un hijo especialista en destrozos de toda índole (un sicópata de mucho cuidado) que entra a escena a hacer lo suyo…
Y suma y sigue…
Esta vez la truculencia, hay que decirlo, Almodóvar no la sacó de su imaginación (aunque le puso su sello, cómo no). La retorcida historia la encontró en una novela, “Tarántula” (Thierry Jonquet), pero el guión lo escribieron él y su hermano Agustín.
La estructura de presente, racontos y flashbacks está perfectamente rotulada, de manera que el espectador es introducido de a poco y con mucho suspenso, pero con claridad, a un cuento retorcido como pocos.
Truculencia a lo Almodóvar garantizada (violaciones incluidas).
Copyright Anajosefasilva.cl 2014