La adversidad puede ser muy poco glamorosa. Y lidiar con la vida que te toca vivir puede sentirse muy poco heroico.
Por eso es que esto de vivir es para duros, perseverantes, porfiados.
Como Ree Dolly, la chica de 17 años que protagoniza “LAZOS DE SANGRE”. Sumidos en una pobreza extrema (prácticamente viven de la caridad de los vecinos), el grupo familiar de Ree lo constituyen ella, dos hermanos de 12 y 6 años, una madre enferma con la mente en el limbo y un padre preso por elaborar crack…
Por el sheriff se entera de que el padre ha salido de la cárcel, pero que, si no se presenta al juicio que tiene pendiente, perderán la casa donde viven, porque la ha puesto de fianza. Una semana tiene de plazo para encontrarlo… A él o a sus huesos.
Ree nunca pierde el foco: el destino de sus hermanitos pende de un hilo que ella tiene en sus manos frágiles, pero inquebrantables.
Da para análisis antropológico, pero, más allá de eso, es conmovedor constatar que entre los seres vivos hay una suerte de asignación de roles, algo que es más o menos ancestral, que resulta clave para la sobrevivencia. Y que personas como Ree -mujer frágil, básica, joven, pero con el norte claro- son las que mantienen al mundo en pie.
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