LEJOS DEL MUNDANAL RUIDO: UN REMAKE NECESARIO

Entre la excelente y abundante literatura inglesa, que ha generado toda clase de versiones en teatro, cine y TV, Jane Austen y Thomas Hardy tienen en común —al menos en algunas de sus obras— el tema de la mujer en su época.
Las películas que más contribuyeron a que las novelas de Jane Austen (1775-1817) se hicieran masivas mundialmente fueron la versión de Ang Lee para Sensatez y sentimientos (1995) y Orgullo y Prejuicio (2005, Joe Wright).
Nadie fue tan aguda y efectiva para exponer —con refinamiento y humor— la desmedrada y precaria situación de la mujer en la Inglaterra del mayorazgo (algo que está en el centro de las primeras temporadas de Downton Abbey).
Un asunto que también aborda su compatriota Thomas Hardy (1840-1928) en Lejos del mundanal ruido (Far form the madding crowd), una novela que ha tenido varias adaptaciones (en teatro y cine).
La última es la de Thomas Vinterberg (La cacería, La celebración), en 2015, una película espléndidamente filmada, que narra en dos horas los azarosos y dramáticos cambios que vive Bathsheba Everdene (Carrey Mulligan, El Gran Gatsby, Baz Luhrman) y quienes la rodean.
La bella joven —que vive con su tía en una granja en la Inglaterra de 1870— es un espíritu libre, que ama la independencia y sentirla en su cara cuando corre en su caballo a a galope tendido por las extensas praderas.
La primera propuesta de matrimonio que rechaza es la de su vecino, Gabriel Oak (Matthias Schoenaerts). La segunda se la hará Boldwood (Michael Sheen), un hombre de buena posición social y económica. Ambos le ofrecen más o menos lo mismo: protección, un piano para que se entretenga, vestidos. “Yo no quiero un marido”, responde ella, alegremente. “¡Qué lujo tener opciones!”, comentará luego, con gran sentido común, Lizzy, una chica cercana a ella.

OJO CON CAREY MULLIGAN

Miss Everdene (magnífico desempeño de Mulligan) mostrará también que tiene carácter, agudeza y sagacidad cuando se hace cargo de una granja que le ha tocado en herencia. Pero también es impulsiva y esa cierta arrogancia de saberse independiente la hace tomar una pésima decisión.
Vinterberg es capaz de dotar de dignidad y complejidad a sus personajes en sus evoluciones, y marcar en sus semblantes y actitudes el dramatismo con que los cambioslos van afectando.
También es muy certero para proyectar la sutil tensión erótica que va y viene en diferentes momentos del relato.
Cuando en 1967 John Schlesinger estrenó Lejos del Mundanal ruido, su protagonista, Julie Christie, estaba en la cresta de la ola. Dos años antes había sido la inolvidable Lara del Dr. Zhivago (David Lean) y en 1966 había actuado bajo las órdenes de Truffaut en Farenheit 451.
Todas, adaptaciones de novelas de reputados autores: Hardy (también autor de Tess, cuya versión más memorable es la de Polanski); el ruso Boris Pasternak; y el norteamericano Ray Bradbury. El elenco estaba más que a la altura: junto a Julie Christie actuaban Peter Finch, Alan Bates, Terence Stamp. Pero las críticas de medios tan prestigiosos como Variety y The New York Times no fueron muy generosas. Probablemente contribuyó a ello las casi 3 horas de duración.
Vinterberg en cambio, no teme recurrir constantemente a la elipsis, sin por ello restar un gramo de dramatismo a esta intensa historia. Una que sigue interpelándonos en cuanto a sujetos y objetos de los cambios que provocamos en nuestras vidas y las de quienes nos rodean, con nuestras decisiones racionales, nuestras pasiones e impulsos; y también como víctimas del azar, aquello que no podemos tener bajo control.