El «LINCOLN» de Spielberg se concentra en el itinerario que siguió, en su último mes, la enmienda que convirtió al Presidente de EE.UU. en inmortal: la abolición de la esclavitud.
La cinta básicamente consiste en mostrar y escuchar al mandatario hablando a los ciudadanos y más que nada en su casa (la Casa Blanca) y presidiendo lo que serían sus reuniones de gabinete.
Es una película a la que se le nota el peso de la historia y del icono: es discursiva y probablemente para muchos espectadores, algo tediosa.
Sólo en el último tercio del filme se aparecen esas discusiones interesantes y aquellas escenas que evidencian cómo es que algo tan trascendente se define por caminos insospechados y realmente lejos del foco.
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