Hay toda una generación que se crió a la orilla del televisor viendo este animé en el que unos chicos vestidos de caballeros de bronce peleaban a punta de valentía y energía interior (cosmos se llama) contra el mal.
Seres alados y cubiertos con corazas luchan por los cielos. Frases del tipo “¡Este es el fin!” se escuchan a menudo.
Una recién nacida es rescatada en Los Himalaya de las garras del Gran Patriarca del Santuario. Se trata de Saori, una chica que ha de ser criada como entre algodones, aunque dentro de una cierta normalidad. A los 16 años deberá cumplir la misión por la que vino al mundo: tomar el trono de la diosa Atenea, que esa es ella, sacando de él a una usurpadora.
Antes que los esbirros del Gran Patriarca alcancen a atacarla, se aparece Seiya, quien junto a su equipo de caballeros de bronce se encargarán de que se encumbre al Santuario. Para ello deberán enfrentarse a los caballeros de oro de cada casa del zodíaco.
Si usted no entiende de Santuarios, patriarcas, fuerza del cosmos y asuntos así, absténgase. Está más que claro que esta no es su película.
Pero si fue fan de este animé, póngase en guardia: esta versión en pantalla grande no es nada cuidadosa en los detalles. En parte por “apretar” la historia y también porque tiene secuencias completamente fuera del tono de cualquier animé.
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