Desde “El Quinto elemento” —esa jocosa e imaginativa fábula de ciencia-ficción, con gran elenco— que Luc Besson no le acierta a una.
“LUCY” es otro traspié del más hollywodense de los cineastas franceses, en el que involucra a la siempre cotizada Scarlett Johansson como protagonista.
Lucy es una chica “mononeuronal”, vulgar y dedicada al carrete duro en Hong-Kong, y que de pronto se ve involucrada en una terrorífica trama de mafiosos chinos y drogas de última generación.
Pero así como le pasaba a Hulk cuando le daba rabia, a ella la sustancia que debía transportar como “burrera” la transforma en algo mucho más grandioso que una super woman, maga, sabia, etc.
Y todo tiene que ver con una investigación que lleva años realizando un profesor (Morgan Freeman) sobre ese miserable 10% que, dicen, utilizamos de nuestro cerebro.
Mucha sangre, balazos, muertos por doquier se riegan en esta película que —por algún motivo desconocido— intercala imágenes de la naturaleza no sólo para ilustrar las charlas del profesor sino las conversaciones y también las “reflexiones” de Lucy.
La idea no era mala.
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