Si algo está en la esencia del cine, ése es el proceso de montaje, como lo demostrara magistralmente a comienzos del siglo XX Sergei Eisenstein. Hoy, en los primeros años del siglo XXI, un novato, Omar Naim (nacido en el Líbano, graduado de la U de Boston) en su ópera prima “MÁS ALLÁ DE LA MUERTE” traslada este principio a la vida misma. ¿Qué es, si no, lo que hace nuestra memoria al seleccionar, borrar y/o distorsionar muchos de los instantes de nuestro paso por el mundo?
Claro que en esta historia, las personas, mediante una revolucionaria tecnología, están en condiciones de llevar a la moviola los cientos de miles de horas vividas para que un experto, un montajista, realice el filme que podrán ver sus acongojados deudos en su funeral. El mejor de estos profesionales es Alan Hackman (Robin Williams, en un personaje tan contenido aunque más angustiado que el fotógrafo de “Retratos de una obsesión”), un hombre que carga con un torturante recuerdo infantil, que está en las primeras escenas de este filme.
Con el respaldo de un experimentado staff técnico el director Naim logra poner en pantalla una historia que atrapa y cautiva, fascinante en su planteamiento. Pero como guionista falla en la resolución del tema desarrollado, al punto de terminar haciendo baladí lo que se adivinaba como una buena historia, con una explicación fútil en su cierre.
Se merece un remake.
Copyright Anajosefasilva.cl 2014