“Mission: Impossible – Rogue Nation»
Reparto: Tom Cruise, Rebecca Ferguson, Sean Harris, Alec Baldwin, Jeremy Renner, Paula Patton, Simon Pegg, Ving Rhames.
Director: Christopher McQuarrie
EE.UU., 2015. Duración: 131 min.
MUY ENTRETENIDA.
Acción trepidante, magníficos escenarios, conspiraciones de alto octanaje, toques de humor y muy buenos secundarios hacen de «Misión Imposible: Nación Secreta» -la nueva versión de la franquicia que tan bien ha sabido explotar Tom Cruise- un entretenimiento de primera línea.
Un campo de grandes pastizales en Bielorrusia irrumpe en la pantalla. Camuflado con un traje que, en un guiño de humor, parece hecho por el jardinero, se asoma Benji (Simon Pegg), binoculares en una mano y, en la otra, un computador.
Ethan Hunt (Cruise) está por colarse a un avión por despegar, mientras Luther (Ving Rhames), en una torre de la ciudad, hackea un satélite ruso. William Brandt, el jefe (Jeremy Renner) está en la central y los cuatro están comunicados.
Una genial y nerviosa secuencia para dar la partida, previa a los créditos y a esos inconfundible compases que compusiera el argentino Lalo Schifrin (que a sus 83 años sigue, con toda justicia, cobrando sus derechos de autor) para la mítica serie en que se inspira esta saga.
Londres (espléndida toma nocturna aérea, un recurso que se repetirá en otras geografías, muy bien utilizado). Ethan va por instrucciones a una tienda de vinilos.
Allí comenzará a desencadenarse lo que tendrá de cabeza a la agencia entera de «Misión Imposible»: el «Sindicato», una nación secreta que un siniestro personaje ha venido organizando.
En su aventura londinense Ethan conocerá a Ilsa (Rebecca Ferguson), una intrépida y no muy confiable agente, renegada del MI6.
El peor problema es que Washington tiene reparos con los métodos poco ortodoxos del grupo, lo que redunda en que Brandt y su equipo queden bajo el mando de la CIA, con Hunley (Alec Baldwin) a la cabeza, y Ethan escondido en alguna parte del mundo.
La Habana, París, la ópera de Viena (¡alucinante «Nessum Dorma», el aria de «Turandot»!), Casablanca se despliegan extasiantes para prestar sus espacios a persecuciones en autos, motos (una como en la cuesta Las Chilcas), carreras, atentados, acrobacias y huidas.
Arquitectura, urbe, naturaleza, tecnología de punta desfilan por una cámara que sabe que el telón de fondo sí debe ser un plus a un guión en que mandan las intrigas, las vueltas de tuerca, las sorpresas y la acción.
Guiños a la serie de origen (¿quién no se acuerda de aquello de «este mensaje se autodestruirá»?) y sobre todo eso que se ha convertido en el sello de Ethan: las intrincadas y peligrosas situaciones de las que entra y sale a punta de decisión, ingenio, un altísimo instinto de supervivencia y buena suerte.
Unos 10 minutos menos y hubiera sido perfecta.
IDEAL PARA: si cree que por acá tenemos problemas.
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