Mommy es una de las películas más esperadas y también más duras que he visto en el último tiempo.
Premio del jurado en Cannes 2014 (ex aqueo), es esa clase de filmes que cualquiera que le interese el cine no puede dejar pasar, pero es tan dolorosa que hay que ir preparado/a a verla.
Un letrero en la pantalla, reducida a formato 1:1 (como un móvil o una fotografía), nos informa que una ley (aprobada en un futuro) permite a los padres internar a su hijo en un hospital siquiátrico, sin trámites previos de ningún orden.
La siguiente imagen nos muestra a una cuarentona atractiva, vestida como hippie de los 70, que, apurada maneja su auto, choca, se pelea con medio mundo y finalmente llega atrasada a su cita.
Die (Anne Dorval) ha sido llamada por la directora del Centro Correccional donde está internado su hijo Steve (Antoine-Oliver Pilon) para informarle que éste ha sido expulsado.
Más contrariada que otra cosa, Die se lleva a regañadientes al chico a casa.
Allí comienza una estresante convivencia entre esta mujer inmadura e inestable, viuda hace pocos años, que acaba de perder su empleo por irresponsable, y un adolescente impulsivo, irritante, con severo déficit atencional e hiperactivo.
Madre e hijo intercambian gritos, insultos, gestos de afecto, uno tras otro, mientras en la pequeña casa Steve pone la música a todo volumen.
Un interludio de algo parecido a la armonía se produce cuando Die recurre a su vecina del frente, Kyla, una mujer con problemas de tartamudez que ha sido profesora, para que cuide y le dé clases a Steve mientras ella sale a buscar trabajo.
La historia extrema la siempre compleja relación entre padres e hijos adolescentes.
Pero el conflicto que instala no es tampoco una rareza: madres inestables emocionalmente con hijos con trastornos de personalidad existen en mayor cantidad que la que quisiéramos.
Die es patéticamente inmadura, pero Steve es insoportable a un nivel patológico.
Son personajes que dan miedo y hasta rabia, pero también despiertan piedad.
La opción del canadiense Xavier Dolan (26 años) por el formato 1:1 aumenta la tensión en el espectador, que se siente encerrado en las intensas emociones que disparan los personajes.
El trabajo actoral de los protagonistas es intenso, conmovedor, desgarrador, alineándose en una obra cinematográfica a ratos perfecta, en su opción estética y su ferocidad.
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