Director: Jeff Nichols
Reparto: Matthew McConaughey, Tye Sheridan, Jacob Lofland, Reese Witherspoon, Sam Shepard.
Estados Unidos, 2012. Duración 130 min.
BUENA. ENTRETENIDA. CONMOVEDORA.
En Netflix.
Antes de que lo viéramos en los huesos en ese intenso rol de vaquero yonkie en Dallas Buyers Club, antes de El lobo de Wall Street y de Interestelar, Matthew McConaughey ya había iniciado su camino de mutación drástica desde galán secundario de comedia romántica a la de actor dramático de amplio y profundo registro histriónico.
Ese paso trascendental y categórico lo dio en Mud, una película por la que su director, Jeff Nichols, alcanzó a aspirar a la Palma de Oro en Cannes en 2012, a otro galardón en Sundance en 2013 y que en 2014 ganó el premio Robert Altman de los Independent Spirit Awards.
(Si es cinefilo/a, póngale ojo a Jeff Nichols; Arkansas, EE.UU., 37 años).
McConaughey y Tye Sheridan (inolvidable y estremecedor en Joe; probablemente más recordado por X-Men: Apocalipsis) también recibieron lo suyo por sus desempeños en este filme.
Mud —una película “indie” (independiente)— es profundamente cercana, un drama humano en el que se cruzan afectos filiales, la amistad, las lealtades, con un trasfondo romántico como el que más, y que al final de cuentas trata sobre el siempre complejo proceso de crecimiento, en este caso, de un chico de 14 años al cual le están cambiando demasiado las cosas a su alrededor. Ese paso a la adultez que de una u otra forma se paga con la pérdida de la inocencia.
SURCANDO EL MISSISSIPI
Sigilosamente, para que no lo escuchen sus padres, Ellis (Tye Sheridan) se escabulle de su casa-bote en Arkansas para encontrarse en el bosque con su amigo Neck y en su motocicleta cruzar el bosque, subir juntos a una pequeña embarcación, cruzar las anchas y oscuras aguas del Mississippi y llegar a una isla. Allí, ellos han encontrado su tesoro: una lancha arriba de un árbol. Cuando ya van a partir de regreso, se encuentran con un sujeto (McConaughey) con aspecto de vagabundo (como se lo reconviene varias veces Neck). Aunque les dice que la mentada lancha le pertenece a él, los chicos no se amilanan. El tipo masca las palabras, pero no se muestra alterado y terminan haciendo una suerte de trato. También les pide si pueden traerle comida.
No es hasta una segunda visita que les dice su nombre, Mud (lodo, barro).
A Ellis le conmueve y le intriga este sujeto hosco pero afable, de pocas palabras, que va dejando ver de a poco retazos de su vida de hombre marginal y que dice que espera a una amada que está por llegar.
Jeff Nichols -director y guionista- ausculta a estos seres precarios, que se las apañan para sobrevivir en los márgenes, en medio de esta naturaleza omnipresente, y cuyas vidas aparentemente nimias esconden historias llenas de dobleces, algunas más dramáticas que otras, las cuales se encarga de irnos develando como el más seductor y hábil de los cuentacuentos.
Desde la mirada inocente y confiada de Ellis -el único sin un ala rota- vamos conociendo las verdades a medias que rodean la historia de Mud, en un ir y venir surcando las aguas del río, mientras el chico se enfrenta -como en una experiencia paralela- a sus propios tropiezos familiares y amorosos, a la ilusión y la desilusión en distintos planos.
Nichols entrecruza con habilidad el suspenso y el thriller con el drama sicológico y social, rodeando al trío protagónico -de convincente y entrañable desempeño- de secundarios relevantes y atractivos, en manos de actores como Sam Shepard (¡gran personaje!) o Reese Witherspoon, en lo que es, por lejos, el más interesante rol de su carrera.
Mud es ese tipo de películas que seducen, conmueven y emocionan, porque saben conducir al espectador por pasadizos inesperados que conducen directo al alma de sus personajes.
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