«NO SOY LORENA»: IDENTIDAD AMENAZADA

Una kafkiana y por momentos angustiosa situación, en que la identidad en crisis funciona indistintamente como causa y efecto, es la que vive la protagonista de «No soy Lorena».
Nada está funcionando del todo bien en la vida de Olivia (Loreto Aravena): tiene que lidiar con el Alzheimer galopante de su madre (Pali García) y su insoportable cuidadora, además de manejar las cuentas de esa casa y las de su departamento.
Eso sería lo de menos si no estuviera viviendo la pesadilla de ser perseguida por representantes de una multitienda que la llaman a toda hora para cobrarle una deuda de una tal Lorena Ruiz. Aunque va personalmente a hacer la aclaración, el acoso no se detiene (notable la escena del grupito de atención al público).
Olivia es actriz y todo esto afecta su desempeño en los ensayos de la obra de Mauro, su ex, en la que tiene como partner a Alonso (Matías Oviedo), por lo que recibe reprimendas bastante duras.
Desorientada, frágil e insegurizada, Olivia no toma las mejores decisiones y como una manera de dar solución al exasperante problema se involucra en episodios de ribete policial.
Interesante ejercicio que pone en el tapete la indefensión de una ciudadana respetuosa de las normas frente a la omnipotencia de un aparato que puede equivocarse y atropellar sin consecuencias. De fondo, se escuchan las marchas de protestas de los estudiantes, mientras Olivia va a pagar puntualmente las cuotas que le restan de su mochila educacional.
Loreto Aravena transmite bien ese personaje vulnerable, aplastado por las pequeñas (y no tanto) miserias domésticas y cotidianas, que anulan su carácter y su potencial atractivo al punto de
desestabilizar todas las esferas de su vida.
Este círculo vicioso en que da vueltas Olivia solo puede ser roto por ella misma. Solo ella puede volver a erguirse firme desde una identidad definida y digna de ser respetada.
Un drama bien logrado.

IDEAL PARA: multitiendas, empresas de cobranza.