Sils Maria (Clouds of Sils Maria) Director: Olivier Assayas Reparto: Juliette Binoche, Kristen Stewart, Chloë Grace Moretz, Johnny Flynn, Lars Eidinger, Hanns Zischler. Año: 2014. Duración: 124 min. País: Francia
Sils Maria es una localidad del valle Engadin, en el cantón suizo de Grisones. Fue el refugio favorito de Nietzsche (aún está su casa) y lugar de veraneo de Thomas Mann y Hermann Hesse. Marcel Proust también lo frecuentaba.
Ubicada entre los lagos Sils y Silvaplana, a 10 km de St Moritz, allí se despliegan imponentes todos esos extasiantes parajes naturales que le han dado su fama a los Alpes suizos.
Y allí decidió el director francés Oliver Assayas situar y rodar «Clouds Of Sils Maria» (selección oficial en Cannes), un singular drama sicológico y existencial que tiene a tres mujeres en el centro, cada una en un muy diferente momento vital.
Cruzada de metáforas proporcionadas por el bello entorno y que Assayas no teme filmar con la calma que esas imágenes exigen, la película, sin embargo, tiene un comienzo trepidante y una sucesión de situaciones que no dan tregua.
Las primeras escenas muestran a una estresada Valentine (asombrosa Kristen Stewart, César a mejor actriz secundaria por este rol) respondiendo llamadas de dos celulares en medio del ruido y el zangoloteo del pasillo de un tren en movimiento. Es la asistente de Maria Enders (Juliette Binoche), una estrella internacional de cine y teatro, que viaja a Suiza para recibir un homenaje al director que la lanzó a la fama con un montaje teatral que luego trasladó al cine, «La serpiente de Maloja». El nombre de la obra alude a un curioso fenómeno natural que se produce en Sils Maria cuando entre los valles empiezan a entrar, como serpenteando, las nubes que vienen desde Italia y que la cámara muestra con deleite.
Mientras el tren sube y circula por las montañas, una de las llamadas que recibe Valentine le anuncia que el homenajeado acaba de morir.
La otra llamada es la de un joven director que quiere remontar esa obra en la que Maria, a sus 18 años, encarnaba a Sigrid, una joven algo perversa, que enamoraba a Helena, una mujer de edad mediana, conduciéndola a un trágico final. El director está empeñado en contar con Maria en el elenco, claro que para que haga el rol de Helena.
Maria ha hecho una exitosa carrera en Hollywood, incluso haciendo de villana en «X-Men», pero su formación viene del teatro, y está hastiada de actuar «enfrente de pantallas verdes», esos chroma key en que se proyectan los escenarios fantásticos de películas en las cuales los diseños digitales importan más que lo que interpreta un actor o lo que escribe un guionista.
Justamente el tipo de filmes que tiene como súper estrella a Jo-Ann Ellis (Chloë Grace Moretz), una chica sub 18, caprichosa e indolente, que en la nueva producción teatral tomará el rol de Sigrid, «su» rol.
Maria acepta hacer de Helena y en medio de caminatas por la precordillera, ensaya el texto con Valentine, en lo que se convierte en una pugna entre las dos mujeres. Valentine, una joven sensata e inteligente, intenta hacerle ver lo inconducente de su actitud despectiva y burlona frente a todo lo que no le parece a su altura.
Cierto: cómo no reírse de esos personajes-androides de trajes y pelucas sobrediseñados circulando por el siglo XXIII, que vemos en una escena de la película que protagoniza Jo-Ann.
Pero en Maria hay una cierta arrogancia intelectual que es una de las tantas maneras que tenemos los seres humanos para resistirnos al cambio o, como se suele decir, salir de nuestra zona de confort.
Su encuentro con Jo-Ann tendrá otro efecto-espejo. Antipática y soberbia, la chica le restregará a Maria que ya está mayor: a fin de cuentas, la única ventaja comparativa de la starlet es su juventud y de alguna forma inconsciente ella lo intuye.
«Clouds Of Sils Maria» no se agota en estos vericuetos bergmanianos: las capas de lectura que ofrece darían para tesis de varias disciplinas. Pero el puzzle que construyen magníficamente las tres actrices y sus personajes, que parecen uno solo jugando a sobreponer el tiempo, es suficiente para hacerla fascinante.
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