Netflix
2 temporadas
Una muy bien armada mezcla de géneros que va de lo fantástico al suspenso, tocando el drama e incluso rozando elementos de comedia es lo que ha hecho de «Orphan Black» una de las series más originales y valoradas por público y crítica.
La producción canadiense de BBC América parte cuando Sarah (Tatiana Maslany), una joven más bien vulgar, de aspecto desgarbado y mochila a la espalda baja de un tren. En la estación hay poca gente. Toma un teléfono público y pregunta nerviosa por su hija. Le cortan. En ese mismo instante ve a una mujer -idéntica a ella, sólo que finamente vestida- que deja su cartera en el suelo y se lanza a las líneas del tren.
Todo sucede de manera vertiginosa. Sarah recoge el bolso y se adueña de la identidad de la suicida, Beth, y corre a refugiarse donde su amigo Félix (Jordan Gavaris), un joven artista gay que vive en un departamento tapizado de graffitis. En realidad, ella viene huyendo de su novio, Paul, a quien le ha sustraído unos cuantos kilos de coca. Convence a Félix (¡divertidísimo personaje!) que vaya a la morgue para confirmar que es ella la muerta, para así convertirse en Beth.
Esta última tiene un lindo departamento, un regio auto, una buena suma en el banco, pero resulta ser una detective de la policía que está bajo investigación.
De ahí en adelante la vida de Sarah-Beth -¡y también del solidario Félix!- se convierte en un carrusel imparable, en el que bailan billetes, persecuciones, balazos y sobre todo urgentes improvisaciones ante todos quienes conforman el círculo laboral y personal de la suplantada.
Que no es poco.
Y un chocante hallazgo con el que no sabe qué hacer: ella, Beth y otras mujeres son parte de un experimento de clonación sobre lo que hay todo por averiguar. Porque en ello le va la vida.
La impronta y la singular personalidad con que se ha dotado a la protagonista, un rol complejo que Tatiana Maslany ha sabido manejar magistralmente, han sido clave para que este «experimento» dramático resulte. Y con ella, unos secundarios macizos aportando lo suyo, partiendo por el Félix que construye Gavaris, que con su cierta parsimonia y una cordura que no aparenta, da un respiro al espectador que corre y huye como la protagonista.
Con un guiño a «Vértigo», «Orphan Black» es un juego de muñecas rusas: no hay modo que usted se imagine lo que vendrá. Sólo cuenta con el arrojo e instinto de supervivencia de Sarah para salir adelante de los atolladeros y enigmas que se suceden uno tras otro, mientras va, de su mano, averiguando la compleja verdad.
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