No son pocos los desafíos que asumieron los realizadores de Petróleo Sangriento. Basada en una novela de Upton Sinclair (“Oil!”), la historia rezuma alergia y amargo escepticismo hacia todo lo que huela a emprendimiento capitalista o lo que se acerque a él.
De este modo, protagonista y antagonista no son más que dos villanos antihéroes, cuya pulsión central es la codicia y las ansias infinitas de poder.
El siempre camaleónico e intenso Daniel Day-Lewis presta su expertise para dar vida a Daniel Plainview, con la conciencia de que él es la película.
Para construir dramáticamente a este hombre desalmado, el actor toma prestada esa mirada avariciosa y mezquina que construyó para su gangster de Nueva York (Scorsese, 2002).
El filme —sin ningún personaje femenino— recorre los parajes áridos por donde se abre paso Plainview para mutar de pirquinero a magnate del petróleo, sin dejar nunca de buscar desesperadamente más.
Acompañado de su pequeño hijo —de la madre nunca se sabe—, buscando el oro negro en la polvorienta Little Boston, se cruza con su alter ego, el predicador, devenido en pastor pentecostal, Eli Sunday (Paul Dano), un sujeto cínico e inmutable, que practica la teoría de que la religión es el opio del pueblo.
En la sorda lucha entre estos sujetos, fríos y apasionados a la vez, transcurre “Petróleo sangriento”.
Una película agotadora, árida, intensa, fascinante.
There Will Be Blood
Dirección y guion:Paul Thomas Anderson
Novela: Upton Sinclair
Música:Jonny Greenwood
Fotografía:Robert Elswit
Reparto: Daniel Day-Lewis, Paul Dano, Dillon Freasier, Kevin J. O’Connor, Clarán Hinds, Dillon Freasier.
EE.UU., 2007
Duración: 2 horas 38 minutos.
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