EL PLANETA DE LOS SIMIOS: LA GUERRA : ÉPICA, MELODRAMÁTICA, LARGA

Una película impresionante, de gran despliegue visual, intensa, que mezcla elementos de los géneros bélico, el western y el melodrama es la que arma Matt Reeves en El Planeta de los Simios: la Guerra.
En términos de línea argumental (arco dramático como le dicen los guionistas) esta es la tercera de la saga, aunque entremedio hubo otras, comenzando por la que abrió los fuegos, esa de 1968, con Charlton Heston, cuya escena final pasó a los anales de la historia de las imágenes inolvidables del cine.
El actor Andy Serkis empezó en 2011, y siguió en 2014, encarnando a César, el líder de los simios evolucionados, que hablan, piensan, sienten como los humanos. (Reeves dirigió la de 2014 y la de 2017).
En este filme, ya han pasado 5 años de la gran batalla en San Francisco y César se ha refugiado con su tribu en los bosques. Pero los hombres los persiguen, porque un mono malo -muy malo-, Koba, se le ocurrió iniciar una guerra contra quienes (todavía) dominan la Tierra.
Y los humanos -que ya tienen sus problemas, como la posibilidad de extinguirse como raza, nada menos (hay un virus por ahí)- están respondiendo en plan aniquilación.
Pero ¡momento! así como no todos los monos son malos, no todos los terrícolas lo son.
El punto es que nuestro antagonista es un malo-pésimo, como sacado de Apocalipsis Now, con música y todo (y hasta se parece al teniente nazi de La Lista de Schindler).
A Woody Harrelson se le dan muy bien esos papeles (¿se acuerdan de Asesinos por naturaleza ?). Aquí es el Coronel y persigue sin piedad a los simios, con la clara meta de borrarlos de la faz del mundo.
César reclama que lo están metiendo en una guerra que él no inició, pero pronto se verá involucrado en esta espiral de la venganza y el odio cuando le dan en el talón de Aquiles e iniciará su camino del héroe (por aquí también es una road-movie).
Por si tenemos alguna duda sobre el hecho que no todos son malos, por ahí aparece una niña angelical, rubia, de ojos celestes muy grandes, que está muda (ojo con este detalle), y que se integra a la pequeña comitiva que acompaña César y es protegida por ellos.
Si resiste los discursos grandilocuentes -y no le importan los 140 minutos- se puede entretener. Y también sorprenderse con ciertos giros del final.