En la nieve del invierno de Quebec, los niños de un colegio juegan en el patio. Alice le recuerda a su amigo Simon que le toca llevar la leche. El chico entra al edificio, recoge el cajón y cuando llega a su sala ve a su profesora que se ha colgado.
El suicidio de la maestra impacta dramáticamente a toda la comunidad escolar y por cierto, muy profundamente a los niños (de entre 11 y 12 años). La directora hace pintar la sala, habla con los padres, organiza sesiones con la sicóloga del colegio y busca reemplazante. Pero no llega ningún interesado. Hasta que aparece un argelino, Bachir Lazhar.
“PROFESOR LAZHAR” es de esas películas que uno agradece habérselas encontrado. Profundamente humana, la historia atrapa como si fuese una película de suspenso, con sólo ir develando los recovecos de cada personaje, ya se trate de los niños como de los adultos, y lo que hay detrás de la trágica decisión de la maestra. Aquí ocurren y se dicen muchas cosas, muy intensas y hasta duras, pero no hay nada exagerado, ni rebuscado.
No le sobra ni le falta ni una sola escena, ni una frase, ni un cuadro.
Bellísima.
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