“QUANTUM OF SOLACE”

Un Bond en plan Bogart

“Ella no era importante”, dice Bond, sereno y frío, antes de empinarse el último sorbo de whisky, tal como lo habría hecho Humphrey Bogart en la piel de Philip Marlowe.
La jefa le acaba de advertir que ninguna misión puede contaminarse con sentimientos, como el dolor que le dejó la muerte de Vesper (la chica de “Casino Royale”), una fatal mezcla de amor-odio y sospechas de traición.
Y ni M ni los espectadores le creemos al espía más popular del orbe.
Porque en “QUANTUM OF SOLACE”, la segunda película de Daniel Craig como 007, el agente con licencia para matar viene más humano que nunca.
El aporte en el guión de Paul Haggis (“Cartas desde Iwo Jima”, “Crash”, “Million Dollar Baby”) es innegable. Lo que está por verse es si no resulta un despropósito para la esencia de Bond —un winner por excelencia— darle algunas pinceladas de héroe de cine negro —los loser por excelencia—. Es del todo razonable que en el siglo XXI un personaje masculino —por más rudo y seductor que sea—muestre un corazoncito que late por alguna mujer, pero de ahí a reflexionar que es más solo que un perro vago y que todo lo que toca se marchita y luego muere, puede ser too much, indeed. Tampoco uno quiere por héroe de ficción a un chico maduro (¿o sí?).
Cumple aplicadamente con lo que se espera de una película de acción y es pródiga en escenas ad hoc, pero por algún motivo avanza a tropezones y hasta parece más larga de lo que es.
Eso sí, como toda cinta Bond, exuda elegancia y testosterona.