“SENTENCIA DE MUERTE”

La violencia en espiral

“SENTENCIA DE MUERTE” se toma su buen cuarto de hora para mostrarnos y demostrarnos que los Hume conforman la familia perfecta: Nick es un alto ejecutivo de seguros; la mamá es una bella ama de casa; Brandon, el mayor, es un chico exitoso; y Luke, aparte de tener el síndrome del hijo del medio, es un buen adolescente (o hasta donde se puede serlo).
Considerando que la película se llama como se llama, no es arruinarle a nadie el panorama si le contamos que enseguida se viene la tragedia: Brandon es asesinado por pandilleros cuando regresa, junto a su padre, de un glorioso partido de fútbol en el cual ha sido el héroe.
De ahí en adelante, como es de esperarse cuando una bomba atómica cae en el living de la casa de una familia, todo se trastoca. A pesar de que él mismo es testigo, Nick descubre que la justicia es inoperante…
Es interesante constatar que ante hechos tan devastadores, cierta clase de ficción no tiene respuestas reales (o bien la “realidad real” es imbancable): o se ofrece la fantasía de la justicia por las propias manos o aquella otra de que las instituciones sí funcionan.