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La segunda temporada de Stranger Things no defraudará a sus legiones de seguidores, que en julio del año pasado cayeron seducidos ante esta serie de suspenso y de corte fantástico.
Pero su mayor encanto -aquello por lo que la relación afectiva se instaló entre la serie y sus espectadores- residía en ese cuarteto de preadolescentes un poco nerds, cuya amistad sólida y auténtica lograba vencer lo increíble.
Durante este lapso de tiempo, la serie de Netflix se convirtió en un objeto de culto y se ha llenado de premios y expectativas.
Como ya sabemos, ha pasado 1 año desde que ha regresado Will (Noah Schnapp), que había permanecido en un mundo paralelo en el que tienen que ver siniestros experimentos del Gobierno. Estamos en 1984, plena Guerra Fría, un buen elemento de guión para hacer verosímil los sucesos.
Joyce, la madre de Will (Winona Ryder, injustamente ignorada en los Emmy), que literalmente movió cielo y tierra para encontrar a su hijo menor, está feliz con él en casa. Will no tanto: siente el peso de las miradas del “freak” al que le ha ocurrido algo extraño y tampoco se ha logrado desprender del todo de la conexión con ese mundo “tras las paredes”, que se le aparece de manera recurrente. Además, debe someterse a exámenes que acepta de mala gana.
Pero la amistad con Dustin, el divertido gordito pecoso (Gaten Matarazzo), Lucas, el chico afroamericano, despierto y vivaz (Caleb McLaughlin) y el tímido Finn (Mike Wheeler) está más robusta que nunca.
En ese pueblo semi rural de Indiana siguen siendo los chicos que juegan flipper, circulan en bicicletas, obedecen a sus padres y se quedan con la boca abierta cuando ven aparecer por la escuela una rubia linda y cool que viene de California.
Eleven (Millie Bobby Brown), ese personaje misterioso que se fue develando hacia los últimos capítulos de la primera temporada, se instala en esta temporada de manera relevante, pero situada en un lugar insospechado.
Ya ha aprendido a expresarse mejor. Y reitera como un mantra, una suerte de seguro-protección: “Los amigos no mienten”.
Como en la T1, la primera secuencia de esta T2 es intrigante: en una ciudad, de noche, ocurre un robo, el que gatilla escenas de acción, disparos, persecuciones policiales y un desenlace desconcertante.
Desde ahí volvemos al pueblo de Will, Dustin, Lucas y Finn.
En esta nueva entrega se acentúan aspectos del universo creado por Hermanos Matt y Ross Duffer y se desarrollan los personajes.
Los 4 primeros episodios, siendo de presentación de conflictos, logran sembrar el interés del espectador a través del suspenso y de escenas inquietantes.
Hay quizás demasiadas situaciones que se cruzan y superponen, pero pesará más la curiosidad.
En su esencia, y en el fondo, sigue siendo una historia entrañable, un gran canto a la amistad, esa verdadera, en las duras y las maduras.
En Netflix
9 episodios de 50 min aprox cada uno
Disponible desde el viernes 27 de octubre.
(4 a.m., es decir, jueves en la noche).
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