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THE CROWN : EL PESO DEL IMPERIO SOBRE LOS HOMBROS DE UNA JOVEN MUJER

Original de Netflix 10 episodios. 1 hora aprox cada uno

THE CROWN : EL PESO DEL IMPERIO SOBRE LOS HOMBROS DE UNA JOVEN MUJER

No la hizo la BBC, pero The Crown -que, en todo caso, cuenta con mucho actor inglés en su elenco- es una producción que deja con la boca abierta.
Es tan puntillosa y detallista la ambientación de época —vestuarios, amoblado, diseños, decorados— que una, que es una plebeya del Tercer Mundo, se queda extasiada.
Y eso incluye muchos exteriores: los palacios de la familia real británica, sus extensos cotos de caza, planeos en avión, la ciudad de Londres, países de la Commonwealth, como Kenia.
En estos escenarios se suceden intrigas políticas, palaciegas, familiares y amorosas, según sea el capítulo.
Esto es Buckingman Palace y el 10 de Downing Street (la casa del Primer Ministro) por dentro.
Pero como lo dice su título, lo que está al centro de esta serie -que aborda los primeros años de reinado de una muy joven Isabel II (Claire Foy)- es el concepto de lo que es la institución de la corona, el peso que cae sobre quien la lleva y más en una época en que comenzaban a gestarse los grandes cambios culturales, sociales y políticos de la segunda mitad el siglo XX. Esos que empiezan a sucederse a mayor velocidad de las que se puede percibir.
La serie abre a días de celebrarse la boda de Isabel, de 21 años, y Felipe, el 20 de noviembre de 1947, solo dos años después del término de la II Guerra Mundial.
El rey Jorge VI (Jared Harris) ya está muy enfermo: moriría en 1952, de cáncer al pulmón. (Todos aquí, incluida la reina madre, fuman y toman whisky como si no hubiese más que hacer).
Así, de súbito, cuando recién iniciaba su vida de casada -habían nacido Carlos y Ana-, Isabel se encuentra con que debe calzarse la corona del imperio. Tenía 25 años.
Churchill (John Lithgow) había sido reelecto como Primer Ministro a sus 83, casi un símbolo de lo que queda de un imperio que va desintegrándose como tal.
Isabel deberá lidiar con él, con su propia familia, su marido que se siente más desplazado que nunca (¡y con razón!).
La tensión entre su rol inmenso y abarcador de reina, que además es la jefa de la Iglesia Anglicana, y su vida personal e íntima estará siempre presente y probando su temple.

EL MEJOR EPISODIO

Uno de los mejores episodios (el 4) es aquél de la gran crisis del smog en Londres, que mató a miles de personas. Una tragedia que, de acuerdo a este relato que mezcla historia y ficción, se descontroló desde su génesis, en una sucesión de desidias, intereses mezquinos, tramas politiqueras, negociaciones personales de todos lados, magistralmente encadenado en un guión de lujo.
Y la retórica y el don de la palabra salvando al Primer Ministro.

 

ATRACTIVOS SECUNDARIOS

Lo que en un comienzo parece nada más que una teleserie elegante y entretenida, resulta ser un retrato histórico y político de una época singular.
Sí: hay elegancia, glamour, diálogos sarcásticos, ironías y todo aquello que uno espera de los súbditos de S.M.
Pero eso es el sonido de fondo. Porque además de los temas ya mencionados, como toda buena serie, cuenta con secundarios de luz propia:
El Príncipe Felipe (Matt Smith), para comenzar, y su incómodo rol de consorte, un hombre preparado e inteligente que desciende de la exiliada familia real griega (cuenta lo que ocurrió con su familia) y que es renombrado Mountbatten porque tras la Guerra, sus muy alemanes apellidos no sonaban nada bien en el pueblo. Felipe de Edimburgo desciende de la casa real de Schleswig-Holstein-Sonderburg-Glücksburg (! ). Aunque hay momentos que lo muestran como el “metepatas” que dicen que es, también es capaz de aportar consejos atinados, a partir de sus duras experiencias pasadas.
—La díscola Princesa Margarita, con sus amores prohibidos y sus matrimonios desafortunados, poniendo en aprietos a su hermana que, como ya dijimos, es la Jefa de la Iglesia Anglicana. En esos, sus años mozos, se muestra a Margarita como una adelantada a su época, sufriendo las consecuencias de aquello.
Eduardo, el rey que abdicó por amor a Wallis Simpson. Un buen consejero de la reina, un tío cariñoso y también un bon vivant preocupado de que la Corona se haga cargo de mantener su fastuoso estilo de vida.
A ellos se suman la Reina Madre, la Reina María y Jorge VI (Jared Harris, Mad Men), quien aparece en el primer capítulo y luego en varios racontos.

Todos estos personajes, así como los protagónicos, tienen sus zonas grises, lo que siempre se agradece.

DATOS

—La serie fue creada por Peter Morgan, autor de la premiada obra de teatro The Audience, que fue protagonizada primero por Helen Mirren y luego por Kristin Scott Thomas, interpretando a… la reina Isabel II.
—Tuvo un costo de 121 millones de dólares (lo que la hace más cara que Game of Thrones).
—Claire Foy, que encarna a la reina Isabel, fue Ana Bolena en Wolf Hall, la extraordinaria serie sobre Thomas Cromwell, con Mark Rylance (Oscar mejor actor secundario 2016 por Puente de espías) en el rol principal.
—En el equipo realizador están el mismo Peter Morgan (The Queen, Frost/Nixon, guionista de El Último rey de Escocia) y el director Stephen Daldry (Billy Elliot, The Hours).

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