«TRAS LA PUERTA»: HELEN MIRREN EN UN DRAMÁTICO ROL

Budapest, 1960. Magda, una escritora joven, vive con su marido en una cómoda casa. Al frente, en la misma calle, se ven unas viviendas más modestas. Una mujer mayor, de aspecto hosco, lava en una artesa. Magda cruza la vereda y se acerca a ella: busca quien le ayude con los quehaceres domésticos, para poder concentrarse en su escritura. La mujer, Emerenc (Helen Mirren) ni siquiera le devuelve la mirada. Pero pronto llegará a tocar su puerta y asumirá el trabajo.
Eficiente y buena cocinera, con Emerenc, no obstante, nada es fácil: brusca, de mal carácter, dominante y llena de reglamentos, muy de a poco Magda va descubriendo huellas de una trágica infancia y algo de lo que vivió en la guerra.
Pero lo que jamás Emerenc ha permitido es que alguien cruce por el umbral de la puerta de su casa.
Esta singular película -por momentos tan áspera como la misma Emerenc- escudriña en ese mundo que quedó tras la cortina de hierro al finalizar la Segunda Guerra Mundial, con seres malheridos e historias pendientes que ya no se resolverán.
Szabó («Mefisto») construye un relato parco y hasta hermético, como su protagonista, y elude el cliché del encuentro entre dos seres muy distintos gracias al afecto. En realidad, ni Magda ni el espectador nunca terminan de comprender realmente a Emerenc y ella tampoco da muestras de querer limar sus rasgos de animal salvaje y antisocial.
En «Tras la puerta» (basada en una novela de Magda Szabó) hay más interrogantes que respuestas y los sentimientos que despierta su protagonista son más de repulsión que de compasión: es ella misma quien ha instalado una barrera infranqueable con los demás.
Un drama a fuego lento sobre la más profunda de las soledades.
IDEAL PARA: incondicionales de Helen Mirren.