Una encantadora aventura sobre la eterna dificultad de aprender a crecer y encontrar nuestro sitio en el mundo es la que propone “Un gran dinosaurio” (Disney/Pixar).
La historia parte por plantear que aquél meteorito que, según dice la ciencia, extinguió a los dinosaurios, en realidad pasó de largo y he aquí que tenemos una pareja de granjeros (dinosaurios, claro) esperando que rompan el cascarón sus tres huevitos. El tercero en abrirse es el más grande… pero de ahí sale un dinosaurio muy chiquitito y enclenque.
Arlo es tímido, asustadizo y frágil.
Lo bueno para él es que tiene una familia que lo contiene, lo quiere y lo apoya -cierto, sus hermanos Libby y Buck se divierten asustándolo- y su padre está decidido a enseñarle que “a veces tienes que enfrentar tu propio miedo para ver el otro lado”.
Que eso no es nada fácil lo comprobará el inseguro Arlo cuando una gigantesca tormenta desborda el río que hay cerca de su hogar y él termina lejos de casa, persiguiendo a un pequeño ladrón a quien ha sorprendido robando el maíz de la granja.
Se trata de un cachorro de hombre (Rudyard Kipling dixit), tan perdido como él.
Juntos enfrentarán peligros y mundos desconocidos, mientras aprenden a sobrevivir y sobre todo a crecer, la más difícil de todas las aventuras para cualquier ser vivo, más si están lejos de casa.
También entenderán que (como nos recuerda ese himno que es “Can’t find my way home”, que cantan Eric Clapton y Steve Winwood) hay que encontrar el camino a casa, porque parte clave de llegar a “ser” es aquello de “pertenecer”.
(Ojo con el divertido y bello corto de Pixar del comienzo).
IDEAL PARA: púberes y adolescentes en crisis de cualquier orden.
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